Salud

Lo que aún no entendemos sobre la diabetes

Cuando un padre de familia delgado y deportista desarrolló diabetes, esto hizo que su hijo, nuestro colaborador, se diera cuenta de que podría ocurrirle lo mismo en el futuro. Pero, ¿podrían los más recientes avances de la ciencia modificar sus probabilidades, y las tuyas?

16 junio, 2025
ilustración de hombre abajo de un terrón de azúcar gigante

Siempre he pensado en él como alguien que tiene una reserva infinita de energía. Esa sensación que experimentó, según me contó el verano pasado, era distinta a cualquier cosa que hubiera sentido antes: estaba tembloroso y fatigado sin ninguna razón aparente.

Era un misterio absoluto y finalmente comenzó a resolverlo cuando se compró un glucómetro, un pequeño dispositivo que se usa para medir los niveles de glucosa.

Su primera medición arrojó un 218. Como referencia, un nivel de glucosa en reposo de 126 miligramos por decilitro (mg/dL) de sangre es considerado el umbral de la diabetes. El número lo sorprendió. Es un tipo delgado (68 kg de peso y 1.70 m de estatura). Se ejercita regularmente (lagartijas, abdominales y muchos kilómetros en su remadora Concept2) y trabaja como paramédico voluntario, además de su empleo de oficina, donde utiliza un escritorio que le permite estar de pie. De inmediato, programó una cita con su doctor, quien le mandó una serie de pruebas de sangre que confirmaron el diagnóstico: diabetes tipo 2.

“Estaba en shock”, me cuenta. “Ahí me di cuenta de que lo que sentía tenía sentido”. Escuchar la historia completa por primera vez hace unos meses me sorprendió a mí también. El simple hecho de que mi padre tenga diabetes me pone a mí en la categoría de alto riesgo, dado que los parientes en primer grado de alguien que tiene la enfermedad son tres veces más propensos a desarrollarla que aquellos sin un historial médico. Resulta que la genética juega un rol esencial en este tema.

“La diabetes tipo 2 tiene un componente hereditario”, dice Mayer Davidson, profesor de medicina en la Charles R Drew University y la David Geffen School of Medicine en UCLA.

En algunos casos, un historial familiar de obesidad puede explicar la predisposición de alguien a desarrollarla, dado que las dos condiciones están relacionadas. También hay algunos genes que pueden incrementar el riesgo. Pero señalar a un solo factor, heredado o ambiental, como la causa es algo que la medicina aún no puede hacer. “Probablemente hay diferentes razones para cada persona”, de acuerdo con el Dr. Davidson. “Pero aún no podemos explicar las causas exactas”.

Es por eso que a la diabetes tipo 2 se le suele describir como una enfermedad que depende tanto de la genética como del ambiente. Esto último se refiere a lo que comes y cuánto te ejercitas. El simple hecho de que tengas un historial familiar no necesariamente significa que tendrás la enfermedad, pero yo no quería correr riesgos.

De cierta forma, tengo suerte en lo que se refiere a prevención, dado que puedo poner atención a algo en concreto. Hace tres años, descubrí que tengo distrofia miotónica tipo 1, un tipo de distrofia muscular que se presenta en la adultez. Es una enfermedad genética que genera síntomas tan leves que algunas personas podrían no notar que la tienen. Ese fue el caso de mi papá. No se hizo una prueba para averiguarlo sino hasta que me lo diagnosticaron a mí. Este padecimiento provoca resistencia a la insulina y es una de las formas en que la diabetes puede desarrollarse. La glucosa y la insulina son complementarias. La primera es la principal fuente de combustible del cuerpo, el ingrediente necesario para que terminemos una carrera o nos movamos por la vida resolviendo pendientes. La insulina, una hormona secretada por el páncreas, descompone lo que comes y libera glucosa en el torrente sanguíneo. También ayuda a que tus células aprovechen esa glucosa. Pero cuando hay demasiada glucosa en la sangre, el páncreas debe esforzarse mucho para producir insulina que permita bajar los niveles. Eventualmente, es incapaz de lograrlo y, con el tiempo, desarrollas diabetes tipo 2. Después, pueden venir las enfermedades cardíacas, daños a los nervios y problemas de visión. A la diabetes tipo 2 no se le debe confundir con la tipo 1, un desorden autoinmune en el que el páncreas produce muy poca insulina o ninguna.

No solía pensar mucho en esto. Como mi padre, soy delgado y además soy 25 años más joven, así que la prevención de enfermedades no era algo que me preocupara. Eso cambió con el diagnóstico de mi papá. No soy el único en esta posición. Se estima que uno de cada nueve adultos vive con prediabetes, y hasta 30% de quienes padecen diabetes tipo 2 no han sido diagnosticados.

Enterarme de que mi cuerpo delgado no me blindaba frente a esta enfermedad fue desconcertante. Podría ocurrir que mis células simplemente dejen de responder de forma normal ante la insulina y mi glucosa se eleve hasta el punto en que yo también tenga diabetes tipo 2. ¿Qué haces con esta información? He intentado definirlo durante los últimos tres años. Mi búsqueda comenzó, como no podía ser de otra forma, con mi papá.

El autor con su padre, a quien le diagnosticaron diabetes hace ocho años, a pesar de llevar una vida activa.

Un peso corporal saludable no siempre te protege

“La clave es mantener tu peso todo el tiempo”, me dijo mi padre. “No tengas comida chatarra disponible en la casa”. Sé que le gustan los snacks, pero recientemente ha cambiado radicalmente su forma de comer. Su dieta consiste en proteínas magras, como pollo y salmón — este último lleno de omega-3. También consume moras. Cocina con aceite de oliva extra virgen. También incluye espárragos, coles de Bruselas y brócoli en sus comidas.

Ahora, su glucosa en reposo está entre 108 y 135. Esto en gran medida por su dieta, a pesar de que no necesitaba perder peso. Alrededor de tres cuartos de las personas con obesidad no tienen diabetes tipo 2, así que no es una relación exacta. Por otro lado, y es lo que descubrí con él, no todos los pacientes con diabetes tienen sobrepeso.

Sandra Arévalo, nutrióloga y vocera de la Academy of Nutrition and Dietetics, afirma que llevar una dieta adecuada es el fundamento principal de la prevención de la diabetes. En términos prácticos, eso se parece mucho a lo que me dijo mi papá: llena tu plato con frutas frescas y vegetales. Opta por granos enteros y arroz integral. En lo que se refiere a la carne, elige cortes magros. Y luego están las cosas que no quieres comer. “La recomendación número uno es limitar el azúcar”, explica. Eso no sólo se refiere al azúcar añadido que está en todo, desde la catsup hasta las galletas. También se refiere a carbohidratos refinados como la pasta blanca y el pan de hamburguesa. Esto porque estos carbs se convierten en azúcares que disparan la glucosa (sí, los carbohidratos complejos como arroz integral y plátanos también se convierten en azúcares, pero a un ritmo más lento).

Los azúcares añadidos y carbohidratos refinados pueden provocar picos de glucosa. En el largo plazo, estos picos pueden incrementar el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina y diabetes tipo 2. Esto se debe a que le estás pidiendo constantemente a tu páncreas que libere insulina rápidamente para que pueda lidiar con el nivel de azúcar.

Incluso para las personas que tienen un historial familiar de diabetes, estos puntos pueden tener un gran impacto. “La predisposición genética a la obesidad y la diabetes tipo 2 puede contrarrestarse con dieta y ejercicio”, dice Caroline Apovian, codirectora del Center for Weight Management and Wellness en el Brigham and Women’s Hospital en Boston.

Otras personas que trabajan en la prevención y tratamiento de la diabetes son más exigentes en lo que se refiere a la dieta. Sami Inkinen es una de ellas. Él es el fundador de Virta Health, una compañía que creó en 2014 con la meta de revertir la diabetes en 100 millones de pacientes. Sus análisis de las investigaciones sobre formas de controlar el azúcar en sangre lo llevaron a trabajar con científicos que están compilando nuevas evidencias en torno al tratamiento original para este padecimiento: una dieta baja en carbohidratos (los científicos Stephen Phinney y Jeff Volek son cofundadores de Virta).

Pero este enfoque es controversial aún, tanto por su efectividad como lo costoso que resulta. Contacté a la American Diabetes Association (ADA) para preguntarles sobre la mejor dieta para prevenir la diabetes tipo 2 y, en mi caso, potencialmente manejarla en el futuro. El encargado del área de nutrición y wellness, Toby Smithson, me dio una recomendación para el platillo ideal: toma un plato de 20 cm, dice, y pártelo por la mitad mentalmente. Llena una mitad con cosas como brócoli, ejotes y coliflor. Luego, parte la otra mitad en dos. En una tendrás proteínas magras como pollo o pescado y en la otra carbohidratos complejos como camote y quinoa.

Gracias a mi padre, yo ya hacía algo muy parecido a esto. Sin embargo, recientemente he comenzado a considerar cortar más los carbohidratos. La última vez que me midieron la glucosa en ayunas, en marzo del año pasado, estaba en 95, dentro del rango saludable. Si sube más, probablemente seré aún más cuidadoso en cuanto a lo que pongo en mi plato.

Con lo anterior en mente, incluido el manejo adecuado del peso corporal, me decidí a buscar otras estrategias de prevención.

ilustración de hombre formado con terrones de azúcar

El ejercicio podría no bastar para salvarte

Normalmente, los músculos funcionan como depósitos para el exceso de glucosa. La ADA recomienda que las personas realicen entrenamiento de fuerza dos o tres veces por semana. Más masa muscular significa que tu cuerpo podrá lidiar mejor con la glucosa que corre por tu torrente sanguíneo.

Tener distrofia muscular hace que esta recomendación sea un poco más complicada de seguir tanto en términos biológicos como prácticos. La mayoría de los receptores de insulina que tengo en el tejido muscular son insensibles ante esta hormona. Mi páncreas trabaja muy duro para lograr que mis células absorban el exceso de glucosa.

Para recibir orientación específica, hablé con John W. Day de Stanford. Lo primero es enfocarme en las cosas que podrían incrementar mi riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y minimizarlas. “¿Cuáles son esas cosas?”, pregunta. “El sedentarismo”. En pocas palabras: no debo quedarme sentado todo el día.

Los médicos me dicen que ya no debería levantar pesas, dado que mi cuerpo está perdiendo lentamente las células madre que ayudan a regenerar el tejido muscular. Los ejercicios de peso corporal, por otro lado, los puedo hacer, así como el entrenamiento aeróbico. De acuerdo con el Dr. Davidson, esto último significa elevar mi frecuencia cardiaca al 70% del máximo, y hacerlo tres veces por semana. Es un nivel de esfuerzo con el cual puedo sostener una conversación, aunque me costaría un poco más de trabajo que si estuviera en reposo.

Mi cardiólogo me dice que una caminata larga a buen ritmo es la clave. Actualmente, intento sumar por los menos 6 mil pasos por día. “Esto ayudará a mantener tu masa muscular”, explica el Dr. Day, “y eso te permitirá absorber suficiente de esa glucosa para que se reduzca tu riesgo”.

Sin embargo, el ejercicio puede ser engañoso. Años antes de crear Virta Health, Inkinen era triatleta elite que participaba en Ironman. Se encontraba, y parece ser el caso todavía, en el pináculo de la salud. Le sorprendió descubrir que, a los 36 años, estaba en camino a desarrollar diabetes tipo 2.

“Tenía prediabetes, y era alguien delgado y marcado que se ejercitaba”, cuenta. “Puedes tener diabetes tipo 2 y prediabetes incluso si eres el espécimen perfecto en términos atléticos”.

Es una lección que otros atletas elite han tenido que aprender. Uno de ellos es Sir Steve Redgrave. En 1998, mientras entrenaba para los Juegos Olímpicos de Sídney, fue diagnosticado con diabetes tipo 2. Tenía 35 años. Dos años más tarde, ganó su quinta medalla de oro consecutiva, pero su caso ilustra uno de los mitos relacionados con la enfermedad: que estar en muy buena forma te blinda frente a ella. Como ha explicado en entrevistas, su abuelo también tenía diabetes tipo 2.

Sin embargo, como dice el Dr. Davidson, el ejercicio, especialmente cuando se hace de forma regular, puede ser un componente crítico en la lucha contra la diabetes. Cualquier tipo de entrenamiento mejora la sensibilidad de los músculos ante la insulina. “Quizá eventualmente desarrolles la enfermedad”, explica. “Pero esto se habrá retrasado mucho”.

Con mi estrategia de ejercicio bien definida, tenía una cosa más que considerar: las herramientas farmacológicas.

ilustración de hombre caminando en azúcar

Los medicamentos

El consumo de sustancias para prevenir la diabetes tipo 2 es algo que empecé a considerar hasta que escribí este artículo. Es prácticamente imposible leer algo en línea sobre la diabetes sin toparte con alguna mención a un nuevo tipo de medicamentos, conocidos como agonistas del GLP-1 (incluidos Ozempic y Wegovy). Estas sustancias se enfocan en un mecanismo clave de la diabetes al imitar a una hormona que estimula al páncreas para que produzca más insulina.

La condición importante aquí es que una vez que consumes estas sustancias, podrías tener que seguirlas tomando de manera permanente. La verdad es que yo no estoy preparado para comprometerme con una inyección semanal por el resto de mi vida. Además, hay algunos efectos secundarios potenciales. Los más comunes son náuseas, vómito, diarrea y constipación. También ha habido casos de inflamación del páncreas (pancreatitis) y problemas de riñón.

Generalmente, la metformina es la primera línea de tratamiento para ayudar al cuerpo a manejar la glucosa. Mi padre la consume desde que fue diagnosticado. Es un medicamento oral y ayuda a reducir el nivel de azúcar en sangre.

Los escépticos afirman que, siempre y cuando haya otras formas de prevenir o retrasar la aparición de la diabetes (y las hay), consumir un medicamento que no necesitas en este momento no es lo más recomendable. El Dr. Davidson no está de acuerdo con tomar metformina antes de tener diabetes. Explica que debes sopesar el potencial de prevenir la enfermedad con el de experimentar efectos secundarios, los cuales pueden incluir una variedad de problemas abdominales.

Ahora sé que no puedo usar mi físico como armadura y el hecho de ser delgado no me garantiza protección, especialmente dado mi historial familiar. Y aunque las tácticas comunes para manejar la diabetes (cambios en la dieta y hacer ejercicio) podrían no funcionarle a todo el mundo, son un buen comienzo. Es la estrategia que mi papá está siguiendo. “Dieta, control de peso y ejercicio”, dice. “Come cosas frescas. No consumas cosas procesadas. La clave es no empeorarlo”.

Suena como un consejo muy aburrido, nada de IA, apps, medicamentos novedosos, monitores de glucosa o suplementos recomendados por celebridades. Sin embargo, la segunda parte de lo que dijo, sobre no empeorar las cosas, es lo que más resonó conmigo. Quiero hacer todo lo que esté en mi poder para prevenir la diabetes y si la desarrollo en el futuro, controlarla lo suficiente como para no necesitar medicamentos. No puedo predecir lo que sucederá, pero sé que si me comprometo, tendré una ventaja de 25 años si ocurre.

¿Ya te suscribiste al Newsletter de Men’s Health México y Latinoamérica? 

Haz click aquí y recibe las mejores rutinas, consejos para bajar de peso, recomendaciones de salud y todo el contenido que necesitas para ser la mejor versión de ti.

Síguenos en nuestras redes socialesInstagramFacebookX (Twitter) y Threads

Dale potencia a tu bandeja de entrada

Regístrate para obtener entrenamientos para desarrollar músculos, consejos de expertos para perder peso y planes de comidas nutritivas, enviados a tu correo electrónico cada semana.