¿Es realmente tan malo entrenar para obtener resultados visibles?
¿Deberíamos todos aspirar a construir un cuerpo listo para la acción? ¿O, en su lugar, centrar nuestra atención en métodos de entrenamiento que sólo generen resultados visiblemente notorios?
“La forma sigue a la función”, es una máxima acuñada por el arquitecto Louis Sullivan. Articula el principio de que la forma de un edificio u objeto debería estar directamente relacionada con su función o propósito previsto.
En la comunidad del entrenamiento, particularmente dentro de la subcultura del ‘entrenamiento funcional’, es un término que ha sido adoptado y a menudo parafraseado como ‘forma sobre función’, para transmitir la idea de que cómo te desempeñas en el gimnasio es mucho más importante que cómo te ves haciéndolo.
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Es un argumento convincente, sin duda. Se nos presentan imágenes de atletas de élite, cuerpos fuertes y esculpidos, y sin duda venden la idea de que una dosis importante de entrenamiento para aumentar tu destreza atlética resultará en una figura de proporciones heroicas.
Pero el común denominador de esa selección de ejemplares olímpicos es precisamente eso: son olímpicos, campeones y líderes de su deporte. Son los mejores de los mejores y, con toda seguridad, representan la élite genética.
En un esfuerzo por ser franco, lo diré claramente: se ven como se ven por quiénes son, no por lo que hacen.
Si buscas emular su destreza atlética, ese es un objetivo tan noble como cualquier otro. Pero si lo haces con la esperanza de que el espejo, en lugar de tu lista de récords personales, refleje tus esfuerzos, ¿es eso incorrecto? Muchos seguidores del entrenamiento ‘moderno’ sostendrían que sí lo es.
Ellos creen que hay un dilema: ¿deberíamos aspirar a construir un cuerpo listo para la acción, persiguiendo objetivos de rendimiento y dejando que los resultados estéticos caigan por su propio peso? ¿O deberíamos centrarnos en métodos de trabajo que sabemos que producirán resultados visibles, estirando nuestras mangas e inflando nuestros pechos sólo por valor ornamental? ¿El estereotipo apócrifo de “todo apariencia y nada de desempeño”? ¿Estamos realmente divididos en dos campos? ¿Aquellos que pueden y aquellos que parecen que pueden?
No, no lo estamos.
Esta falsa dicotomía de objetivos polarizados es obsoleta. El cardio no “acabará con tus ganancias musculares” más que construir tus músculos con interminables series de curl de bíceps te hará “menos funcional”.
Es bastante posible, mediante una selección inteligente de movimientos, una programación astuta y la aplicación generosa de esfuerzo, tener lo mejor de ambos mundos. Al librarnos de visiones obsoletas y dogmáticas de cómo debería lucir el levantamiento de pesas, podemos absorber lo útil y descartar lo inútil. Al final, decidimos algo que cumple con todos nuestros requisitos y nos hace lucir bien, sentirnos fuertes y movernos bien.
Estamos ingresando en la era del ‘culturismo funcional’, una época en la que los hombres no tienen reparos en admitir que se preocupan por llenar sus camisetas, sin sentirse presionados para perseguir la meta de otra persona o esconderse detrás de afirmaciones virtuosas de entrenar para el rendimiento.
Pero también es un momento en el que somos lo suficientemente inteligentes para saber que nuestro corazón y pulmones importan (realmente importan) y que forjar la capacidad de hacer realidad lo que nuestros bíceps escriben significa que no solo estamos añadiendo años a nuestras vidas, sino que estamos construyendo un cuerpo listo para enfrentar cualquier desafío que la vida nos presente.
Vía Men’s Health UK