Jason Momoa está de regreso
Platicamos con el ídolo hawaiano sobre el reto más duro que ha enfrentado hasta ahora, su deseo de generar un cambio y lo que ha hecho para labrarse un nuevo camino.
Momoa es un tipo difícil de localizar
En este momento se encuentra a la mitad de una filmación de ocho meses en Nueva Zelanda. El proyecto es una serie de Apple TV+ llamada Chief of War de la que es coguionista, codirector y estrella. A través de nueve episodios, cuenta la historia de un jefe hawaiano de finales de los 1700 que intenta unir a las distintas islas para salvarlas de la amenaza de la colonización. Cuando finalmente pudimos conectarnos vía Zoom, después de mucho esfuerzo, es la media noche aquí en Nueva York y son las 5:00 de la tarde donde está él. Su asistente le pasa un iPad mientras caminan lejos del set tras completar una escena épica. Quizá eso explica por qué sólo porta un malo (un calzoncillo hawaiano tradicional). Momoa se limpia el sudor de la frente con una toalla y después de muchas afectuosas despedidas, finalmente sube al auto que lo llevará de vuelta al campamento base en Auckland mientras hablamos.
A pesar de que nos separan 9,000 km, su energía resulta contagiosa. Se inclina hacia el frente y me cuenta sobre la filmación de hoy. Sus intensos ojos verdes y el recién adquirido tatuaje que adorna su cabeza aparecen en primer plano. Habla rápido, pero murmura. “No estoy seguro de qué puedo decir y qué no, pero mi personaje, un jefe llamado Ka’iana, viaja a una tierra lejana para rescatar a un amigo. Es como una especie de motín en una prisión, con personas colgadas y gente que cae desde los techos. Por todos lados hay llamas y disparos, es un caos absoluto”. Suena como Stefon (el personaje de Bill Hader en Saturday Night Live) describiendo la película de acción más impactante del mundo. “Es un milagro que lo hayamos logrado sin que nadie resultara herido. Eso me hace muy feliz. Lo único que ocurrió es que terminé con el labio hinchado. Ka’iana está intentando ayudar a liberar a personas que han sido esclavizadas y por primera vez ve un mundo lleno de pobreza y drogas. Nunca antes había visto a un perro o un conejo. Es como si estuviera experimentando el mundo con nuevos ojos”.
Algo similar podría decirse sobre Momoa. Con 43 años, ahora se encuentra en un lugar distinto, tanto en términos profesionales como familiares, de aquel en el que estaba la última vez que hablamos en 2020. En lo que se refiere a su carrera, tuvo gran éxito con Aquaman, la cual recaudó mil millones de dólares, además mostró su capacidad en Dune, una cinta repleta de estrellas. También están las tres temporadas de See en AppleTV+ y la recientemente estrenada Fast X, donde interpreta al villano. A esto se suma Aquaman and the Lost Kingdom que se estrena el 20 de diciembre.
También ha lidiado con grandes cambios en su vida privada. En enero de 2022, se separó de Lisa Bonet, su pareja durante los últimos 16 años (cinco de los cuales estuvieron casados) y madre de sus dos hijos: Lola, de 15 años, y Nakoa Wolf de 14. Dos meses más tarde, se sometió a una cirugía para reparar una lesión que sufrió durante la filmación de Aquaman 2 y bromea con que ya no puede hacer abdominales, así que ahora es “un superhéroe envejecido” (en nuestra llamada no hay señales de ese “dad bod” por el que tantos lo criticaron en Twitter el año pasado). Ese mismo mes, fue nombrado Defensor de la Vida Submarina por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente por su labor con las organizaciones Sustainable Coastlines Hawaii y rePurpose Global, así como su lucha en contra de los plásticos desechables. En septiembre, se sometió a una sesión de dos horas en la que le tatuaron el costado izquierdo de la cabeza con una técnica tradicional. Afirma que es su tatuaje favorito ya que simboliza protección para su familia y a su “aumakua”, es decir “espíritu guardian” en hawaiano. El patrón de triángulos representa a un tiburón.
RELACIONADA: La curiosa razón por la que Jason Momoa no pisa un gimnasio
Ahora, está viviendo en Auckland, y estará enfocado de lleno en su trabajo durante el siguiente año por lo menos (después de Chief of War, filmará una película ahí cuyos detalles aún no se revelan). Su hogar es una bodega de dos pisos donde está rodeado de aquellas cosas que le permiten ser creativo: sus pesas rusas, equipo de boxeo, viniles, guitarras, bicicletas de montaña, un Land Rover antiguo y un refrigerador lleno de empaques de poi (un bocadillo polinesio preparado con raíz de taro, plátano o piña y crema de coco), así como de latas de Guinness. También están cerca su chef, entrenador, maestro de hawaiano y un grupo de amigos con los que ha trabajado durante años en su compañía productora: Pride of Gypsies.
Momoa sabe que se encuentra en ese punto en su carrera donde su nombre es lo que le da luz verde a un proyecto. “Es maravilloso porque no me lo han regalado. Fue un camino muy muy muy duro”, explica. “Durante 20 años, nadie sabía quién era. Trabajaba en programas de televisión y buscaba algo mejor”. Ahora tiene el poder y la plataforma para hacer una diferencia a través de su trabajo y su activismo. Es algo que no quiere desperdiciar. “Debo hacer algo para ayudar al mundo. Es algo que me pesa”.
HACE CUATRO AÑOS, mientras filmaba Dune en Budapest, le propuso Chief of War a Apple junto con sus compañeros productores Brian Mendoza y Thomas Pa’a Sibbett. Dice que quería contar esta historia desde hace mucho tiempo, pero que debía esperar a que su carrera llegara a su pico debido a los costos y al hecho de que quería tener la posibilidad de dirigir, producir y actuar en la serie. Durante nuestra entrevista, le llama “su Santo Grial”, “su bebé” y “su sueño”. Aunque es conocido por ser alguien muy entusiasta, está claro que esto realmente significa mucho para él. “Es como mi Braveheart o Dances With Wolves”, dice. “Nunca pensé que sería tan grande. Es lo más retador y exigente que he hecho en mi vida y es el único gran sueño que me queda. Todo lo demás es simplemente un trabajo, pero esto es un homenaje a mi gente. Tenemos tantas historias hermosas en Hawái que nadie conoce. Lo único que me importa es hacer las cosas bien por ellos”.
Momoa también menciona que la serie es “para los niños hawaianos que están creciendo, para que sepan que fuimos guerreros, que entiendan de dónde venimos y que teníamos un idioma que nos fue arrebatado. Como a la mayoría de las tribus indígenas, todo nos lo han quitado. Estamos reconstruyendo esos puentes”. Mendoza me cuenta que en los primeros dos episodios se habla exclusivamente hawaiano. Él cree que es la serie indígena más grande que se ha producido jamás. Fue escrita por hawaianos y la mayor parte del elenco proviene de Hawái y de la polinesia. Tres episodios se filmaron en Hawái y el resto en Nueva Zelanda, donde hay estudios más grandes y vistas de 360 grados con menos turistas. “Tenemos una responsabilidad enorme con Hawái y con su cultura”, afirma Mendoza. “Aunque no estamos haciendo un documental, nos hemos esforzado mucho para asegurarnos de que lo que la gente vea sea apropiado en términos culturales e históricos”. Mendoza, quien llama a Momoa su mejor amigo, lo conoció en 2008. Los unió su amor por The Diving Bell and the Butterfly de Julian Schnabel, una película sobre la lucha de un hombre para comunicarse después de sufrir un ataque cerebral. Comenzaron a trabajar juntos en 2010, cuando coprodujeron el debut como director de Momoa, Road to Paloma. Él dice que Momoa siempre había querido ser director. “Jason siempre ha sido un caballo de batalla que duerme unas cuantas horas por noche y constantemente está teniendo nuevas ideas. Creo que él sabe que esta es una gran oportunidad y ha decidido aprovecharla al máximo porque es algo que no durará por siempre. Esperamos que con esta serie se abra la puerta para que otros directores cuenten las historias de aquellas culturas que suelen ser ignoradas”.
Cuando le pregunto qué es lo que más le ha sorprendido sobre Momoa, responde que es su talento como director. “Tiene un ojo creativo. Está tan enfocado en lo visual como en la historia. Tiene la habilidad de trabajar bien con los actores y nunca ha tenido un ego. Claro que sabe lo que quiere, pero es muy bueno para colaborar con otros”. Momoa dirigió el episodio final de Chief of War, el cual se filmó en Hawái. No quiere arruinar nada, pero me dice que está basado en hechos históricos e incluye un enfrentamiento sobre una cama de lava negra, con dos volcanes haciendo erupción de forma simultánea. Cuando el equipo llegó para filmar este episodio, Mauna Loa y Kilauea estaban haciendo erupción juntos por primera vez en 40 años. “Fuimos respetuosos e hicimos las cosas bien”, dice. “Hay tantos espíritus y cosas con las que estamos lidiando y eso es algo en lo que creo. Filmamos durante la noche con cuatro unidades. Es una locura pensar que en verdad había dos volcanes haciendo erupción mientras contábamos una historia en la que esto mismo ocurre. Es probablemente el punto más álgido de mi carrera”.
PARA MUCHOS ACTORES, interpretar a un superhéroe en una película que recaude mil millones en taquilla sería el clímax de su carrera y de cierta forma, Aquaman y su secuela (y la secuela de la secuela si es que llega) lo es para Momoa, pero no por las razones que pensarías. “Para ser perfectamente honesto, me sorprendió muchísimo que la recepción de Aquaman fuera tan buena”, explica. Hay que recordar que la película fue más apreciada por las audiencias que por la crítica. “He hecho cosas increíbles que nadie ha visto y a nadie le importan. Nunca sabes en este negocio. No llego pensando ‘voy a recaudar un billón en esta’. Simplemente hago mi mejor esfuerzo”.
La frustración que siente Momoa respecto a Aquaman no tiene tanto que ver con el personaje como con la forma en que ha sido tratado. “No es que no me importe Aquaman, es un personaje increíble”, dice. “Es probablemente el más difícil de todos los que provienen de historietas. Se burlan de él y lo ridiculizan, pero he intentado darle un alma y estoy orgulloso de él de cierta forma. ¿Siento presión por la secuela? La verdad no. Lo único que puedo hacer es dar todo de mí, pero depende de muchas otras personas también”.
Con esto se refiere al hecho de que “diferentes directores tienen opiniones encontradas en cuando a quién es Aquaman”. Momoa lo ha interpretado en tres películas más del universo extendido de DC. También habla sobre la propuesta de 50 páginas que armó para la secuela junto con Mendoza y que Warner Bros. aceptó pero no siguió del todo. Está claro que esa situación le molesta. “Esa es la razón por la que me encanta dirigir y crear. Con Chief of War, si al final quieren criticarla o ridiculizarla, adelante. Si no es buena será nuestra culpa. No quiero simplemente decir ‘yo soy el actor y ya’ y marcharme a mi camerino. Me encanta poder darlo todo por aquello en lo que creo. En este proyecto he podido presenciar algunas de las interpretaciones más sorprendentes y luego verlas tras la edición. El resultado es increíble. Ojalá pudiera decirte quién fue. Vi a un actor que necesitó que le leyeran sus líneas, pero cuando ves la edición resultó espectacular. Fue ahí donde comprendí que la magia está en la edición”.
Hay un nuevo liderazgo en DC Studios: los codirectores Peter Safran y James Gunn. El primero, quien produjo Aquaman al igual que la secuela, es un fanático de Momoa. “Con Jason, lo que ves es lo que hay”, dice. “He trabajado con él durante seis o siete años y nunca ha habido un mal momento. Si hay un imbécil en su interior, nunca ha salido. Para mí eso ha sido una grata sorpresa”. Momoa dice que está “extremadamente emocionado” por su futuro en DC, pero no quiere revelar ninguna información, más allá de que “sucederán muchas cosas épicas”. Safran, quien probablemente escribió el memo que pide discreción, añade: “Espero trabajar con Jason por muchos años. Me encantaría que eso sea en el mundo de Arthur Curry (Aquaman), pero si surgiera otra oportunidad, buscaría otro gran personaje para él”.
La barra está muy alta porque, como dice el mismo Safran, “hay muy pocos castings de superhéroes tan perfectos como el de Momoa como Aquaman”. Arthur Curry, me explica, es el forastero por excelencia. No cree pertenecer al mundo en la superficie, pero tampoco a Atlantis. Momoa nació en Hawái pero se mudó a Iowa tras el divorcio de sus padres cuando tenía sólo seis meses, así que creció con esa sensación de “otredad” en su interior y eso lo llevó a descubrir, como hace Arthur en las películas, que no pertenecer a un sitio en particular le permite pertenecer a todos. Además, Momoa está muy conectado con el mundo natural y protegerlo es algo que le apasiona.
Es un gran promotor de la prohibición de plásticos de un solo uso. “Estamos matando al planeta, ahogándolo. ¿Por qué demonios estamos bebiendo agua de empaques de plástico? Es una locura porque es algo fácil de cambiar. Bebe una lata de Coca-Cola, cerveza o agua mineral, lo que quieras”. Añade también que deberías instalar un purificador en tu casa y llevar un termo contigo que puedas rellenar. Ver tantas botellas de Fiji y Dasani en los aeropuertos lo enfureció tanto que decidió crear su propia compañía: Mananalu, la cual vende agua purificada en botellas de aluminio (puedes comprarla en Amazon).
Su estatus como defensor de la naturaleza, además de su rol de Aquaman, le permite hacer una diferencia. Él lo ve como un llamado que proviene desde lo más profundo de su alma, su mana. “Es la generación de mis hijos. Me ven y piensan ‘¡Eres Aquaman!’. No soy Batman o Superman y eso es genial para mí”. Momoa recuerda que no ha sido fácil. Se sentía muy nervioso la primera vez que tuvo que hablar frente a las Naciones Unidas sobre los plásticos de un solo uso en 2019. Le atemorizaba pararse frente al mundo entero, bajo la mirada de sus hijos, e intentar hacer una diferencia. “No podía acobardarme y fingir algo. Hago lo que predico. Me subo, digo lo que es importante y lucho por ello”, dice.
Momoa cree en el efecto dominó y se emociona cuando me cuenta que Harrison Ford, otro ecoactivista, le mandó una carta recientemente, aplaudiendo su trabajo de conservación. “¡Es Han Solo! ¡Indiana Jones, amigo!”. Lo que Ford escribió sobre el significado de la vida resonó con Momoa. “Me dijo que lleva 30 años haciendo trabajo de conservación y que es el trabajo más positivo que ha hecho”. Es una perspectiva que Momoa comparte. “Es genial estar aquí y ser un actor, pero eso no es lo que quiero de mi vida. Esto es sólo un momento. Quiero volver a hacer arte, pintar, escribir, cuidar a mi familia y hacer una diferencia en términos ambientales. Haré películas sólo para entretener a la gente”.
ESO NOS LLEVA a Fast X, y nos recuerda por qué Momoa le agrada a tanta gente: es Khal Drogo, un pateador de traseros nato. En la película, interpreta a Dante, un villano que busca venganza tras la muerte de su padre a manos de Toretto y compañía en Fast Five (2011). Momoa, quien es un gran fanático de los autos y las motos, llegó con un montón de ideas para interpretar al mejor villano posible, y se sentía privilegiado por poder unirse a esta franquicia y poder colaborar con Vin Diesel y con el director Louis Letterier.
“Vi la primera película y también en la que están en Brasil (Fast Five) y son espectaculares”, dice. “Hablé con Vin y le dije ‘Oye, estoy aquí para apoyarte pero lo haré a mi manera. Seré un tipo muy malo y querrás ir tras de mí’. Se sintió muy bien que no fuera una competencia de egos. Mi forma de verlo es ‘tú tienes 10 películas en tu historial y para mí es un honor simplemente participar. Estoy listo para lo que sea’”.
Momoa dice que tanto Diesel como Letterier apoyaron sus “extrañas y atrevidas decisiones”, empujándolo a ser más creativo. “Si hacía algo raro y a Louis le gustaba, me decía ‘haz eso otra vez’. Ningún director me había dicho algo así”. La sensación es la misma de ambos lados: “Jason aporta humor, además de rudeza. Hay mucho rosa, morado, y telas de seda. No le da miedo improvisar y correr riesgos”, dice Letterier. “También es un estupendo actor de acción. Realiza escenas de riesgo, maneja sus motos y sus autos y canta sus propias canciones, es un tipo impactante”.
Por supuesto, siendo como es, Momoa amó las escenas con motocicletas. “Estaba conduciendo una Harley por las calles empedradas de Roma. Tenía a un doble de riesgo increíble (Joe Bucaro), y él hacía algunas cosas que podrían matarme, pero el resto del tiempo al que ves es a mí. No podía creer que Louis me dejaba hacer eso. Él decía algo como ‘ese tipo luce mucho como Jason’ y el equipo le decía ‘es Jason’. Él: ‘¿el seguro cubre eso?’. Simplemente le decían ‘Es lo que hace en su vida normal, así es él’. Fue algo surrealista, amigo”.
Momoa está a punto de llegar a su destino, donde quizá pase un rato golpeando un punching bag, luego probablemente coma un poco de poi, se tome una Guinness y vea los videos de escalada que le mandan sus hijos. “Les digo que me manden cosas todo el tiempo”, cuenta. “Es como ver a mi propio corazón subir una pared. Son niños apenas pero son tan fuertes y confiados y se expresan mediante el movimiento. Hay ocasiones en las que deben ser muy dinámicos, en otras estáticos y suaves. Es una exploración. Cuando finalmente lo logran, sientes la emoción. Amo escalar y es algo que le recomiendo a cualquier padre que lo viva con sus hijos. Eso es lo que hizo mi madre conmigo”.
Fue ella quien le presentó la escalada y rápidamente se convirtió en su pasión. Durante años recorrió el mundo buscando los mejores sitios para escalar y viviendo a base de galletas y sardinas. Esas experiencias lo moldearon. “La escalada es lo que me permite estar centrado en un mundo caótico donde todo el mundo quiere algo de mí. Me mantiene con los pies en la Tierra, me brinda humildad y mucha emoción”.
Hoy comparte esa pasión con sus hijos, con quienes habla dos veces por día. “Eso es lo que estoy intentando enseñarles ahora mismo”, cuenta. “Que no hay nada que valga la pena hacer que no sea duro y está bien si te caes. Cuando eso ocurre, te levantas y lo haces de nuevo. Quieren ser perfectos y eso les da miedo, creen que es malo caerse. Pero les digo que no, ‘es normal si te caes y es bueno porque eventualmente tendrás éxito si lo sigues haciendo’. Nunca enseñaría actuación, pero cuando se trata de escalada sé que lo puedo hacer. Es algo que nos conecta y que podemos hacer juntos. Me encanta”.
Sin duda, Momoa extraña a su familia, pero también reconoce que esta es la vida que ha elegido. “Ahora mismo no puedo ver a mis hijos, así que necesito compartir cosas con ellos”, afirma, hablando con lentitud y claridad. “Estoy haciendo lo que quiero, aquello que fui diseñado para hacer. Quiero que mis hijos lo sepan y hagan lo mismo. Cuando eran más jóvenes pasé mucho tiempo trabajando en cosas que no quería hacer para poner comida sobre la mesa. Ahora creo que sólo debes colaborar con la gente que quieres. Debes crear únicamente con aquellos con quienes deseas hacerlo. Y si no es así, debes salir de ahí. Sólo tienes una oportunidad en esta vida. No importa en qué situación te encuentres, debes hallar tu propio camino”.
BEN COURT es editor ejecutivo de MH y apoya la prohibición de los plásticos de un solo uso.
Este artículo salió publicado en la edición julio-agosto de Men’s Health México y Latinoamérica.