Señales de que es tiempo de retirar tus tenis para correr
Cuantos más kilómetros acumulemos en cada par de tenis para correr, mejor para el ambiente. Pero, ¿cómo puedes saber cuando tu calzado ha dado todo de sí y es hora de cambiar? Los expertos responden.
¿Cuándo debo cambiar mis tenis para correr? Si se lo preguntas a Google, encontrarás resultados que afirman que su vida útil es de entre 500 y 800 km. Pero la realidad es que hay pocas evidencias detrás de esa afirmación. Al parecer, la “regla” proviene de un estudio de 1985 en el que los investigadores utilizaron una combinación de máquinas y sujetos humanos para investigar la capacidad de absorción de impacto de los tenis para correr. Después de 250 km, el calzado estudiado mantuvo alrededor del 67% de su capacidad inicial. Entre 400 y 800 km, ese número bajó a 60%. Pero estos datos provienen de una era en la que los zapatos, y nuestras expectativas, eran muy distintos.
En años recientes, las espumas delgadas y pesadas de EVA han abierto paso a las espumas ultraligeras infusionadas con nitrógeno. Además, hemos añadido placas de carbono y nylon a los calzados, así como uppers más ligeros que nunca. Los tenis para correr ahora están diseñados para proveer beneficios específicos para cada tipo de carrera. Un calzado de competencia enfocado en velocidad es muy distinto de otro que es maximalista y está pensado para sesiones largas y suaves.
Los diseñadores eligen diferentes materiales para cumplir con dichas prioridades y esto tiene repercusiones en la longevidad de los tenis para correr. Incluso si ese rango de vida útil del que se hablaba estaba basado en la realidad, esto aplicaba a los tenis de entonces. Parece difícil de creer que tenga sentido para los modelos de la actualidad.
Ahora, esperamos que los tenis para correr hagan mucho más que simplemente reducir el impacto. Queremos retorno de energía y responsividad. Para poder ofrecer esto, la industria del calzado ha dado un salto enorme hacia adelante.
Podemos separar a la mayoría de las espumas modernas en dos categorías: espumas estándar (EVA, TPE, TPU) y premium (PEBA, PEBAX, TPEE). Las primeras tienden a ser más durables y más estables, pero ofrecen un menor retorno de energía. Las segundas son muy responsivas, pero no brindan tanta durabilidad.
También están las espumas supercríticas. Esto se refiere a aquellas que son infusionadas con algún gas, usualmente nitrógeno, y pasan por procesos de alta presión y temperatura. Esto hace que se expandan y tengan burbujas en el interior. El resultado es mejor amortiguación y retorno de energía, pero son más delicadas. Eso no significa que se desintegren rápidamente, pero sí tienden a reducirse rápidamente los beneficios que ofrecen en términos de rendimiento.
Andy Farnworth, cofundador de la marca sustentable de calzado, Zen Running Club, colabora con los principales proveedores de espumas de calzado, los cuales trabajan también con las grandes compañías. “Pusimos a prueba un EVA moldeado a presión y vimos una reducción prácticamente nula en la capacidad de amortiguación tras 500 km”, explica. “Tras esa distancia todo está en orden, y eso aplica para casi cualquier espuma”. Sin embargo, los diseñadores tienen que otorgar concesiones. “La espuma ideal es extremadamente ligera, suave y responsiva”, dice Rohan van der Zwet, gerente senior de marketing en Asics. “Pero cuanto más ligero y suave sea algo, típicamente será menos durable”. La gran diversidad de espumas, procesos de producción y propósitos con los que son creadas implica que es muy complicado ofrecer algún consejo que aplique para todos los casos. “Una espuma de PEBAX, por ejemplo, puede ser fabricada de tres maneras distintas y ofrecer diferentes niveles de responsividad y durabilidad, dependiendo de si fueron creadas vía compresión, inyección o con un proceso de infusión de gas”, dice Jorma Seabourne, director de producto en la marca de bajo impacto ambiental, Hylo Athletics.
Pero las cosas se complican aún más. Una mediasuela de PEBAX usada, podría seguir ofreciendo más retorno de energía que una de EVA. Así que tus tenis de competencia podrían seguir siendo más reactivos tras 300 km que los nuevos que tienes para entrenamiento diario.
Aquí es donde la percepción tiene un rol clave. Los tenis que algunos corredores considerarían que ya dieron de sí, podrían sentirse geniales para otros. “Probablemente, podría elegir a alguien que haya estado corriendo con Pegasus de Nike, darle un par de Adios Pro que tiene 1,000 km de uso y que piense ‘esto es genial’ porque esos dos calzados comenzaron su ciclo de vida en puntos distintos”, dice Seabourne. “Para el competidor que está en busca de ese 1% extra, si un zapato pierde 5% de su efectividad tras 500 km, eso es un problema. Pero si eres un corredor amateur que sólo hace carreras de 5K por diversión, probablemente no lo notarías”.
Puntos débiles
Desafortunadamente, lo que hace tan efectivos a los supercalzados (mucha espuma ligera y responsiva), también es su debilidad. Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha compararon espumas modernas con el EVA tradicional, tanto nuevas como usadas. En el estudio, publicado en el Scandinavian Journal Of Medicine And Science in Sports, 22 voluntarios realizaron una prueba de economía de carrera usando tenis para correr con placa de carbono. La única diferencia entre ellos era que una de las espumas era de PEBA y la otra de EVA. Tras 450 km, el zapato de PEBA ofrecía un rendimiento 2.2% peor, mientras que el de EVA no había perdido nada. En ese punto, no había ninguna diferencia significativa en economía de carrera entre ambos. El efecto del “supercalzado” había desaparecido.
“Habría sido muy interesante usar los zapatos a lo largo de 900 km y valorar entonces las diferencias entre el EVA y PEBA”, dice Víctor Rodrigo Carranza, líder de la investigación. Con base en otros estudios, él cree que el EVA perdería toda su amortiguación entre los 800 y 900 km. “Pero no me gusta generalizar porque he visto veces en las que un calzado de EVA con nitrógeno mantiene la misma amortiguación tras 1,000 km”.
Si un zapato premium deja de ofrecer esas ganancias marginales, ¿es momento de desecharlo? No. Si el punto de inicio de la espuma en cuestión es muy alto en prestaciones y al final se vuelve equivalente al de una espuma de EVA, podría tener una segunda vida.
Tony Piedade tiene mucha experiencia con zapatos de segunda mano. Es el fundador del movimiento de reciclaje de calzado, JogOn, y su misión es evitar que algunos de los 30 millones de zapatos que descartamos cada año terminen en un basurero. La forma de lograrlo es donándolos a personas que los necesitan.
“Alrededor de 87% de los zapatos que recolectamos el año pasado pudieron reutilizarse”, dice. “¿Alguien correrá un maratón con ellos? Probablemente no, o por lo menos no con comodidad, o no de forma competitiva, pero podrían hacerlo si quisieran”.
No hay muchos estudios independientes que evalúen la durabilidad. Lo que tenemos a la mano son los consejos que ofrecen las marcas, las cuales realizan docenas de pruebas tanto de los componentes por separado como del producto terminado. Estos análisis se enfocan en la resiliencia y funcionan mediante robots que golpean la mediasuela repetidamente. En otras pruebas, se lleva a la suela hasta el máximo de su resistencia. Usualmente, en estas investigaciones se repite el mismo movimiento de forma muy controlada. Los corredores no siempre se mueven así.
Cómo se desempeñe el calzado con tu pie dentro es algo difícil de prever dado que cada persona tiene su propia biomecánica. “Si eres un corredor grande, menos eficiente o con una pisada fuera de lo normal, probablemente acabarás con los zapatos más rápido que un corredor que pesa 50 kg, es muy eficiente y siempre corre en un ambiente controlado como una banda”, dice Bret Schoolmeester, director senior de calzado de running en Nike.
Cuanto más pesado seas, mayor es la compresión que generas en la mediasuela. Si taloneas, probablemente desgastarás la parte trasera más rápido. Si eres pronador o supinador, verás el desgaste en áreas específicas de la suela.
Otra pregunta que es clave es en qué punto corremos un mayor riesgo de lesionarnos. “A lo largo del tiempo, los zapatos pierden capacidades y dejan de hacer lo que hacían originalmente. Esto tiene el potencial de incrementar el estrés en el cuerpo”, explica Matthew Klein, terapeuta físico, profesor y fundador de Doctors of Running. “Pero no hay evidencias sólidas que relacionen a los zapatos viejos con las lesiones. Son predominantemente cuestiones anecdóticas”.
“La mayoría de nosotros tenemos patrones de carga únicos, los cuales comprimen la espuma de manera asimétrica. Cuanto más uses un zapato, mayor será el impacto que tengas en él”, afirma el Dr. Klein. “Comienzas a desgastar algunas partes del calzado para que se adapte a tu mecánica. A partir de cierto punto, esto tenderá a acentuar cualquier anormalidad en el movimiento. Si combinas esto con una menor amortiguación, provocada por el uso, esto podría concentrar una mayor carga en algunas partes del cuerpo”.
El Dr. Klein afirma que otra cosa que podría suceder es que cambiemos la forma en que nos movemos para adaptarnos a un calzado que ya tiene mucho uso. Recuerda un estudio de la University of Texas en el que se analizó la relación entre los zapatos y la zancada a lo largo del ciclo de vida del modelo. “La investigación encontró que los corredores modifican o adaptan su mecánica al zapato conforme adquiere más uso. De manera que podrías desviarte aún más de tu mecánica natural conforme pasa el tiempo. Si esto no te genera problema, podrías correr muchos kilómetros con un par. Pero aquellos que son más sensibles, podrían notar los cambios rápidamente”.
Si quieres saber si un calzado ya ha dado todo lo que tenía para dar, debes afinar esa intuición. “Muchos corredores dependen en gran medida de la data y no necesariamente están en sintonía con su cuerpo”, apunta Max Paquette, profesor asociado de biomecánica y ciencias del deporte en el College of Health Sciences de la University of Memphis.
“Pon atención a lo que sienten tus pies”, recomienda el Dr. Klein. “Si de pronto experimentas molestias y el calzado no se siente bien, a pesar de que has estado descansando y tu nutrición es adecuada, quizá sea momento de renovarlo”.
Algunas señales comunes a las que debes poner atención son que los tenis se sientan menos amortiguados que antes. Esto, de acuerdo con el Dr. Klein, se conoce como que “se sienten muertos”. “También podrías experimentar dolor después de correr, relacionado con la pérdida de resiliencia o amortiguación”. Otra señal es sentir más presión en un lado del tobillo o del pie después de usar ese calzado.
Escucha a tu cuerpo, en vez de depender de “reglas” arbitrarias y no tires de inmediato unos tenis para correr a los que se les podría dar un uso distinto dentro de tu rotación. Hay que apreciar la evolución que experimenta la relación que tenemos con un calzado a lo largo del tiempo y ser más conscientes del medio ambiente, sin que esto comprometa nuestros objetivos en el running.
Cómo sacar el máximo provecho de tus tenis para correr
Herramientas específicas
Los tenis son creados con un propósito en mente, así que deberías usarlos específicamente para eso. Uno de competencia no te durará mucho en la montaña, por ejemplo.
Necesitas una rotación
Esto puede ayudar a que tus tenis duren más. Cuando compres un modelo nuevo, mantén el viejo en la rotación, para que puedas sacarle más provecho, recomienda Bret Schoolmeester de Nike.
Nuevos roles
Si un calzado ya pasó su pico de rendimiento pero no te genera problemas, podrías utilizarlo para otro tipo de sesiones. “Podría convertirse en un modelo para carreras cortas”, dice Andy Farnworth de Zen Running Club.
Señales de que debes de cambiar tus tenis para correr
Pon atención a estos puntos
Mira el talón
El collarín (la parte trasera del upper) es un área de alta fricción y es común que se desgaste pronto. En casos severos, esto puede dejar expuestos materiales que podrían impactar la comodidad al correr.
Ojo con las rasgaduras
Los hoyos o roturas suelen presentarse en los sitios donde hay fricción o donde el material se dobla frecuentemente. Podrían parcharse, pero si el daño impacta la forma en que el upper sujeta al pie a la espuma, es momento de hacer un cambio, dice el terapeuta físico Matthew Klein.
Busca las arrugas
En las espumas modernas, el desgaste de la mediasuela puede ser más difícil de detectar. “Algunas personas dicen que las arrugas son una señal de desgaste”, dice el Dr. Klein. “Pero las espumas nuevas se arrugan en el momento en que te pones los zapatos por primera vez”. Será mejor confiar en tus sensaciones que en la apariencia.
No pierdas la tracción
El desgaste de la suela es fácil de notar y puede impedir que el zapato se agarre adecuadamente al suelo. Pero eso no es todo. “Si el material luce muy desgastado y la espuma se ve comprometida, es momento de cambiar”, afirma el Dr. Klein. “Sin la protección de la suela, puede hacerse una grieta en la espuma que altere la posición del pie”. Esto genera más estrés en áreas específicas.
La hora final
“Cuando un zapato se siente muerto, es hora de buscar uno nuevo”, dice Nikhil Jain, director del Blue Line Innovation Team de Brooks. “No es algo que percibas con una sola sesión, pero tras unas cuantas lo sabrás”, añade.
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