Salud

Señores, lean esto antes de dejar la terapia

Si las primeras sesiones parecen inútiles, es normal. Aquí está la razón por la que no son una pérdida de tiempo.

8 septiembre, 2025
hombre tomando terapia

Finalmente sales de la lista de espera y es hora de tu primera cita de terapia. Entras al consultorio (o te conectas por Zoom). T menos 60 minutos para estar totalmente transformado: ansiedad desaparecida, depresión superada y burnout curado. Al menos eso es lo que esperas que ocurra. Pero a mitad de la sesión, ya estás cansado de escuchar frases como: “Cuéntame más” o “Eso fue toda una experiencia”. Tu (nada barato) terapeuta suena mucho como una IA, y te preguntas: ¿Estoy perdiendo el tiempo?

Tiene sentido que muchos hombres recurran a la inteligencia artificial para atender su salud mental. Algunos de mis pacientes admiten que prefieren “hablarlo” con ChatGPT; no es caro y el algoritmo que suelta frases como “buen trabajo con eso” resulta extrañamente reconfortante (más sobre esto en un momento). Otros simplemente dejan la terapia y buscan apoyo emocional en un amigo cercano. Es normal que las primeras sesiones se sientan poco útiles, pero antes de abandonar la terapia, esto es lo que debes saber.

La terapia es una relación

Así es, como cualquier otra relación —con un amigo, pareja o colega— tú y tu terapeuta necesitan conocerse. A veces sucede más rápido que otras. Uno de los errores más comunes es dejar la terapia porque no te sientes cómodo de inmediato.

Por lo general, las primeras sesiones utilizan una técnica llamada “psicoterapia de apoyo”. Es cuando tu terapeuta te alienta en momentos difíciles con frases como “Lo estás haciendo muy bien” y realiza afirmaciones reflexivas como “Eso debió ser duro para ti, cuéntame qué estabas sintiendo”. Los terapeutas hacemos esto para invitar a los pacientes a llevar la conversación hacia donde consideren significativo. Así podemos identificar las áreas importantes en las que enfocaremos el trabajo futuro. Tu terapeuta querrá saber qué te motiva, qué te apasiona y cuáles son tus objetivos de tratamiento. Puede sentirse más incómodo que una cita o una visita al barbero, porque no estás ahí para impresionar a nadie, sino para mostrar tu “yo real” desde el inicio.

Durante las primeras citas, algunos terapeutas comparten un poco de sí mismos, como si disfrutan correr maratones, para que abrirse resulte más fácil. Otras veces adoptan un enfoque más observador y no revelan casi nada personal. Si esto te incomoda, está bien hacer preguntas generales como “¿Cuánto tiempo llevas ejerciendo?” o “¿De dónde eres?”, para que la conversación se sienta más natural y no como un monólogo.

La terapia toma tiempo para funcionar

Piensa en tu primera sesión de terapia como en tu primer día de clases cuando eras niño: puede ser emocionante, aterrador y divertido al mismo tiempo. Si sales de tu primera cita pensando que perdiste una hora, te recomiendo darle al menos uno o dos meses antes de rendirte. La duración de la fase de “conocerse” varía según la frecuencia de tus sesiones y qué tan rápido logres una alianza terapéutica, es decir, sentirte cómodo para “quitar capas” emocionales de forma sincera y transparente. Las investigaciones muestran que una vez que se establece esta alianza, la terapia funciona mejor.

Es entonces cuando tu terapeuta puede girar hacia técnicas más especializadas como la terapia cognitivo-conductual (TCC) para la depresión y la ansiedad, o la terapia de procesamiento cognitivo (TPC) para el trauma. Estas técnicas son muy efectivas, pero requieren tiempo. La TCC puede tardar desde unas pocas sesiones hasta varios meses en mostrar resultados. La TPC suele consistir en sesiones semanales durante 12 semanas para tratar el trastorno de estrés postraumático (TEPT). Si te interesa el psicoanálisis freudiano, donde exploras cómo las experiencias de la infancia moldean tu vida actual, prepárate: algunos estudios indican que la duración promedio es de 3 a 7 años. La terapia es un viaje de autodescubrimiento, y las primeras sesiones suelen ser solo el inicio.

hombre tomando terapia
Getty

La terapia es difícil

Debo empezar diciendo que entiendo lo duro que puede ser. Hace algunos años fui a terapia, no como psiquiatra, sino como paciente. En ese momento atravesaba un divorcio y sufría ataques de pánico intensos. Mi terapeuta fue genial (y muy paciente). Incluso tuvo paciencia cuando interrumpía su consejo para bromear: “Ya entiendo la TCC, eso no va a funcionar”.

Hasta que un día, en la tercera o cuarta sesión, me encontré llorando de forma inconsolable, apenas podía hablar. Era como si cada emoción acumulada en casi una década se desbordara de golpe mientras me sorprendía lo que me ocurría, con lágrimas inundando el sillón de su consultorio.

La terapia tiene esa capacidad. Para muchos hombres —incluyéndome— abrirse sobre sentimientos reales, quizá cosas que nunca habías compartido con nadie, puede ser embarazoso y hacerte sentir que no deberías volver. Desde “el otro lado”, lo había visto tantas veces en mis pacientes que sabía que, aunque no quisiera volver, debía hacerlo. Y así fue: después de esa gran catarsis, regresé la semana siguiente y mi terapeuta quiso hablar sobre lo ocurrido. Que ella se sintiera cómoda me ayudó a sentirme más cómodo al compartir mis emociones. Con el tiempo, empecé a salir de la terapia sintiendo que un peso se levantaba de mis hombros. Ahí supe que estaba funcionando para mí.

La terapia es dura, pero vale la pena. Aunque las primeras sesiones puedan parecer inútiles, en realidad ayudan a construir una buena base. El cambio toma tiempo, pero si quieres “ir al grano” más rápido, dile a tu terapeuta qué temas quieres tratar en tu próxima cita. Recuerdo a varios de mis pacientes pedirme que trabajáramos con técnicas más estructuradas, como la TCC, desde la segunda sesión. Es un ajuste sencillo, y siempre se puede regresar a la psicoterapia de apoyo cuando sea necesario.

Ten en cuenta que a veces un terapeuta simplemente no es el adecuado, y está bien. Si después de algunas sesiones no conectas con sus ejercicios de respiración o sus interpretaciones sobre tu infancia, dilo. Estamos entrenados para tener todo tipo de conversaciones, incluso las incómodas. Antes de cambiar a una app, un bot o un amigo, habla con tu terapeuta sobre lo que te gustaría tratar. Y si no puede ayudarte, probablemente te recomendará a otro profesional de salud mental que sí pueda hacerlo.

Via Men’s Health

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