The Berkeley Marathons, un reto casi imposible
Quizá la carrera más famosa del mundo por su extremo grado de dificultad es Barkley Marathons en Tennessee. Sólo 20 personas han conseguido terminarla. Gloucestershire en el Reino Unido tiene su propia versión, sólo que aquí nadie ha sido capaz de acabar… todavía. Uno de nuestros colabores decidió enfrentarla. Así lo vivió.

Es una noche de viernes a finales de agosto y el director de la carrera, Paul Breen, está explicando los detalles finales en el Hamfields Leisure Centre de Gloucestershire. En poco más de 12 horas arrancará la tercera edición de su evento, The Berkeley Marathons, y la ansiedad es palpable en el aire. Es sencillo entender por qué. La ruta consiste en cinco vueltas, cada una con la distancia de un maratón, y deben completarse sin asistencia, utilizando un mapa físico. Si te sales de la ruta en ciertos sitios, estás descalificado. El tiempo límite es de 24 horas y en el camino debes abrir 10 casilleros siguiendo una serie de pistas. Cada uno contiene un libro dentro y los corredores deben arrancar una hoja específica para probar que estuvieron ahí. Si todo esto te suena familiar hay una muy buena razón. “No fue mi idea”, dice Breen. “Se le ocurrió a Lazarus Lake”.
Gary “Lazarus Lake” Cantrell, creador de Barkley Marathons, adquirió fama global tras el estreno del documental de 2014 The Barkley Marathons: The Race That Eats Its Young.
“Estaba en un evento de running en 2019, poco antes de comenzar a prepararme para el Marathon des Sables, y el documental era muy popular”, dice Breen. “Laz estaba ahí, pero no te podías acercar. Cuando estaba por marcharme, ahí estaba, solo, fumándose un cigarro. Me acerqué y le dije que me había gustado el documental. También le conté que nací en Berkeley, Gloucestershire. Volteó y me dijo ‘Deberías organizar The Barkley Marathons UK’”.

“Si alguien termina, su nombre será grabado en la campana. Por el momento, la campana está vacía”.
Breen reparte su tiempo entre su trabajo y su rol de padre, además del running y sus esfuerzos por adaptarse de nuevo a la vida civil después de su tiempo en el ejército. Nunca había organizado un evento, pero el comentario de Lake plantó la semilla en su cerebro.
“Mientras estaba en el MDS, corriendo por el desierto, hablaba con otras personas de lo difícil que es recaudar fondos para la caridad. Tienes que pedirle dinero una y otra vez a las mismas personas. Bromeamos sobre Barkley y alguien dijo ‘¿Por qué no lo organizas y simplemente donas el dinero a la caridad?’. Es así como nació la idea de Berkeley UK”.

De vuelta en la charla precarrera, Breen, las fundaciones que eligió (Big Moose y Jade’s Bag) y Damian Hall, un ultramaratonista local, han terminado de dar la información y yo ahora me encuentro con el problema de tener que planear la ruta de mañana en la hoja blanca que me entregaron. Tomo uno de los mapas y me pongo a trabajar. Utilizando un plumón negro, marco el camino que seguiré. Con un plumón rojo, señalo la ubicación de los 10 libros y coloreo las áreas que Breen ha descrito como “Mordor”, potenciales atajos que implican descalificación. Después de revisar varias veces que no haya cometido errores, me dirijo de vuelta a mi tienda de campaña para intentar dormir. Por la mañana, hago una carga de carbohidratos, consumiendo sándwiches de mermelada. Soy un buen corredor de asfalto, con un récord personal de 2:43 en el maratón, pero lo más que he corrido son 53 km en un backyard ultra en marzo, otro invento de Lazarus Lake en el que los competidores tienen que completar un circuito de 4.167 millas (6.7 km) cada hora, descansando el tiempo que les sobre dentro de cada espacio de 60 minutos, hasta que sólo quede un corredor en pie. En cuanto a mi objetivo para la carrera, me he planteado varias opciones, desde dos hasta tres vueltas, pero dado que nunca he completado un maratón en trail antes y mi entrenamiento, que realicé en Londres, no contenía subidas importantes, sé que incluso esto es ambicioso. Al parecer, no soy el único que descarta terminar las cinco vueltas incluso antes de dar el primer paso. Leeanna Ashford y su esposo decidieron inscribirse después de apoyar a unos amigos en la edición anterior. “Todo el mundo la estaba pasando muy bien así que nos pareció un buen reto”. Lo más que ha corrido Ashford son 28 km y ambos planean terminar una vuelta y a partir de ahí ver cómo se sienten. “Ya sea que nos tome seis horas o 10, no importa”, explica.
Josh Wiley tiene una perspectiva distinta. Es un ultramaratonista experimentado y un veterano de Barkley. Completó una vuelta y encontró todos los libros en la edición 2022 del evento en Estados Unidos, aunque se quedó fuera al superar el tiempo límite. “Siempre que te enfrentas a una carrera de este estilo, debes imaginarte recorriendo la distancia entera. De lo contrario, estarás apuntando muy bajo”, afirma, aunque añade que “debes reconocer también que eres humano y sólo puedes hacer lo que está dentro de tus posibilidades”.



Tras una cuenta atrás desde 10, Breen anuncia que la primera vuelta será en el sentido opuesto a las manecillas del reloj y se toma una cerveza. Esta es la señal de arranque, análoga a Lazarus Lake prendiendo un cigarro en la versión estadounidense.
Mi corazón late con fuerza. Intento respirar profundo para controlarlo y decido pegarme a un grupo de corredores que van enfrente. En el primer casillero, la prueba consiste en resolver cuatro operaciones matemáticas, pero dado que otras personas llegan antes que yo, simplemente me pasan el libro. Arranco la hoja que me corresponde de The Ink Black Heart de Robert Galbraith, la coloco dentro de mi chaleco de hidratación y continúo, persiguiendo a los líderes. Después de apenas 30 minutos, ya estoy sudando profusamente. A la vista está una torre de 34 metros que indica el sitio del quinto libro. Es extraño pensar que cuando empiece la segunda vuelta, estaré recorriendo el mismo camino en el sentido opuesto y estará oscuro.
Casi imposible
Tras regresar del Marathon des Sables, Breen y su socio comenzaron a investigar la viabilidad de organizar un evento inspirado en Barkley. Para asegurarse de que no se le acusara de robar el concepto, consiguió contactar a Lake a través de un corredor y veterano de Barkley llamado John Kelly. Quería confirmar que Lake no estaba simplemente bromeando. Recibió la autorización, pero con una condición: “Me dijo ‘haz que sea casi imposible, pero que sea accesible’”, dice Breen. ‘La primera parte era complicada dado que no tenemos el tipo de terreno que hay en Tennessee y no podemos simplemente pasar por donde queramos. Hablé con algunas personas y me dijeron que pusiera una restricción en el tiempo. Les iba a dar 48 horas y Kelly dijo ‘no, dales 24’. Hay otras carreras allá afuera con una distancia similar en las que las personas terminan en 22 a 23 horas, así que es posible”.
Incluso sin el tiempo límite, me parece como que la ruta en sí misma es casi imposible. El terreno es difícil de navegar y una de las cajas, ubicada debajo de un puente, requiere una luz UV, con lo cual queda claro por qué este objeto estaba en la lista de material requerido. También hay vacas, cabras y caballos que parecen sentirse atraídos por los corredores. Afortunadamente, hay un veterano entre nosotros. Stuart Scott ha completado tres vueltas en las dos ediciones previas y funge como el guía de facto. “Soy un gran fanático del ultrarunning. Llevo varios años haciéndolo y la carrera original es algo que me intriga”, afirma. “Cuando leí que habría una versión en el Reino Unido me pareció perfecto porque pensé que en esta seguramente sí me dejarían participar. También sé que en la original, el grupo depende de los veteranos, así que se me ocurrió hacer la primera, de manera que luego vinieran mejores corredores y pudiera asistirlos”.
Además de que indica sitios donde hay que tener cuidado, Scott establece un ritmo bastante competitivo. “Podría tomarlo con calma de nuevo y hacer tres vueltas o ir al ritmo que sé que es necesario para lograr una cuarta”, explica. Incluso si lo pierdo de vista, planeo mantenerme suficientemente cerca para poder escucharlo.

Un reto físico y mental
Para llegar a la base de la torre y hallar el quinto libro, necesito enfrentarme a una subida de 600 m que tiene una inclinación promedio de 12%. He escuchado rumores de que Breen tiene sorpresas preparadas para nosotros en todas partes y que cualquier cosa es una pista potencial. Cuando me encuentro una lata vacía de albóndigas en el suelo, decido tomar una foto de la fecha de expiración. Sé que esto suena como si hubiera perdido la cabeza, pero hay precedentes. En 2023, los corredores subieron los 121 escalones que conducen a la torre y ahí les informaron que el código estaba en la parte trasera de la puerta, abajo. Al llegar ahí, vieron una nota que decía que, de hecho, el código está en la parte inferior de la caja.
Cerca de la entrada hay una caja, pero al abrirla, en vez de hallar un libro, hay un botón. Al presionarlo, se escucha el mensaje “mala suerte”. Sé que tendré que subir hasta la cima del edificio, sólo espero que sea una sola vez. Encuentro el libro, Les Misérables, colgado con un cable en la parte alta. Arranco la hoja que me corresponde y no puedo evitar pensar si el título es una ventana a cómo me sentiré cuando vuelva a pasar por aquí.
Al descender, noto los dos caminos que conducen también hacia ubicaciones de libros. Se trata de pendientes muy inclinadas. Avanzo por la primera y aunque mi cerebro me dice que debería dejarme ir, mis piernas se tensan como reflejo, como si alguien hubiera metido un freno de mano. Siento la carga en mis cuádriceps, y se que una vez que esté abajo, tendré que dar la vuelta y subir de nuevo. Esto es un golpe emocional profundo a estas alturas del evento.
El segundo descenso es similar, aunque el terreno es un poco más amable. Después de esto, he completado casi todas las subidas de mi primera vuelta, pero mis piernas se sienten como gelatina. Resulta complicado pensar en tres vueltas ahora mismo, pero no estoy listo para tirar la toalla todavía.
Al llegar al libro final, sé que no falta mucho. Mi reloj revela que ya recorrí una distancia mayor a un maratón y estimo que me falta apenas un kilómetro y medio. Al volver al lugar de inicio, el reloj marca 4:49. Para terminar las cinco vueltas, tendría que hacerlo un poco más rápido que esto durante las siguientes 19 horas. Tomando en cuenta cómo se sienten mis piernas, un buen resultado sería completar una vuelta más en ese tiempo.
Me como varios sándwiches de crema de cacahuate, acompañados de una Coca-Cola, relleno mis botellas de agua y guardo geles y barritas en mi chaleco. He comido bien durante estas primeras cinco horas, consumiendo algo cada 30 minutos, pero apenas he bebido poco más de un litro, lo cual no es ideal considerando el calor y cuánto estoy sudando.
El líder de la carrera arranca antes de que yo esté listo, así que todo parece indicar que arrancaré la vuelta dos por mi cuenta. En apenas 20 minutos desde que terminé la primera, estoy de vuelta en la ruta, caminando el primer kilómetro. Al comenzar a trotar, mis piernas gritan de dolor. El tobillo izquierdo en particular lanza una alerta con cada paso.
Wiley, el veterano de Barkley en EEUU, me rebasa de pronto. Me quedo cerca de él un rato, pero eventualmente lo dejo escapar. Se me ha ido el apetito y mi estrategia de nutrición comienza a fallar.
Al llegar al cuarto checkpoint supero la mayor distancia que había corrido en mi vida, pero aún me faltan 30 km para completar mi segunda vuelta. Al pensar en lo que falta, paso por mi momento más bajo emocionalmente. Resignado a un ritmo suave, intento aclarar mi mente. Sé que el dolor que siento es temporal y que incluso si decido caminar, tengo suficiente tiempo para terminar la vuelta. Mi nuevo objetivo es sumar dos maratones.
Antes de llegar a la torre, reviso de nuevo la caja que estaba en la base y acierto ya que la ubicación del libro cambió a la mitad de la segunda vuelta, tomando por sorpresa a aquellos corredores que subieron directamente las escaleras.
Las subidas me parecen manejables, pero sufro en los descensos. Intento dejar que la gravedad me lleve pero mis piernas están demasiado tensas y tengo que inclinarme hacia atrás para evitar irme de boca.
En algún punto, doy una vuelta mal y me pierdo. Temeroso por la posibilidad de terminar en “Mordor”, saco mi brújula por primera vez. Sé hacia dónde está el norte, pero poco más que eso. Es hora de recurrir a la tecnología. La aplicación de mapas en mi teléfono me muestra de inmediato dónde estoy y, al comparar con el mapa físico, consigo regresar a la ruta y evitar ser descalificado.
El sol se ha metido y es hora de sacar mi lámpara para la cabeza. Alternar entre trotar y caminar ha impactado drásticamente mi ritmo de carrera, pero a estas alturas eso ya no me importa. Conforme me acerco al punto de inicio, veo espectadores a los costados. Me alientan mientras paso. Mientras estoy entrando, Wiley pasa junto a mí, listo para su tercera vuelta. Yo decido detenerme aquí. Completé dos vueltas en 11:48. Sacudo la campana para indicar que mi martirio ha terminado e intento procesar lo que he logrado mientras mis piernas se sienten como bloques de cemento.



Una experiencia de autodescubrimiento
Por la mañana, continúo reflexionando sobre lo ocurrido y le pregunto a Breen qué sucedió durante la noche. Una decena de corredores arrancaron la tercera vuelta pero sólo tres terminaron. Wiley estableció el nuevo récord de ruta. Nadie se animó a salir una cuarta vez.
“La Barkley de EEUU y Berkeley del Reino Unido son similares en distancia, pero la versión estadounidense tiene un desnivel increíble”, dice Wiley. “En Berkeley hay muchas menos subidas y bajadas, pero hay muchos cambios de terreno y dado que temía cruzar hacia las zonas denominadas como ‘Mordor’ y ser descalificado, tuve que estar enfocado todo el tiempo. Me sentí muy bien al final de la tercera vuelta y pensé que sería genial terminar así, en vez de arrancar una cuarta vez, sabiendo que tendría que dar la vuelta en algún punto”.
Al revisar el tablero de posiciones, me encuentro el nombre de Ashford. “Comencé la segunda vuelta y no dejé de sonreír durante todo el recorrido”, me dice. “Incluso cuando comencé a experimentar mucho dolor, me pareció una experiencia divertida. Completé 53 km y ya me inscribí a la del año próximo. Me sentiré satisfecha con 54 km, pero espero poder terminar dos vueltas. Lo que hace muy bien esta carrera es que te saca de tu zona de confort. Cada persona iba a un ritmo distinto, pero todos estábamos sufriendo juntos. Éramos un gran equipo, a pesar de que teníamos objetivos diferentes”.
Aunque siento que Berkeley me dio una paliza, y mi nombre no estará en la campana nunca, he podido atestiguar que no se trata de eso para la mayoría. “Nos gusta que vengan corredores rápidos”, dice Breen, “pero no me importa si nunca nadie la termina. Es más divertido ver a esas personas que nunca pensaron que serían capaces de terminar una vuelta. La emoción en su rostro es más grande que en el de aquellos que piensan ‘probablemente podría hacer cuatro’”.
Eso implica que se cumplen las dos condiciones de Lake: la carrera le brinda a los participantes una forma accesible de descubrir la fortaleza física y mental que no sabían que tenían en un evento que es casi imposible de terminar. Para aquellos que probablemente no seremos elegidos para ponernos a prueba en el implacable terreno de Tennessee en busca de las páginas de Laz, esta versión es una gran forma de vivir una experiencia similar y conocernos mejor a nosotros mismos en el proceso.
La edición 2025 de The Berkeley Marathons tendrá lugar el 27 de septiembre. Visita gertlushevents.co.uk.
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