“Vive como si fuera el último día de tu vida, pero planea como si fueras a vivir por siempre”.

Una de las primeras cosas que se pierden cuando cumples 70 años es la capacidad de frotar tus nudillos de forma juguetona en la cabeza de alguien. Quizá es por la falta de fuerza de agarre o por la inestabilidad que suele acompañar a la edad, pero llega un punto en que los coscorrones ya no forman parte de tu arsenal. Excepto si eres Brunello Cucinelli, el magnate de la moda italiano quien aún puede repartir coscorrones poderosos si lo desea.

Es una calurosa mañana de septiembre en Solomeo, un pueblo medieval que se encuentra a menos de tres horas en auto de Roma. Estoy sentado en la cabecera de una larga mesa blanca y del otro lado está Brunello (así es como quiere que le llame. Todo el mundo se refiere así a él, desde su asistente, Francesco, hasta su hija, Carolina). Nos encontramos en su oficina, dentro de la sede de la marca. En una de las paredes pueden admirarse fotos enmarcadas de sus héroes y personas que lo inspiran (San Francisco de Asís, JFK y Barack Obama, entre otros). El mismo Brunello, quien luce un bronceado intenso y algunas arrugas producto de una vida bajo el sol mediterráneo, luciría muy bien en la galería también.

Bastan unos cuantos minutos para que quede claro que Brunello no es el tipo de hombre al que le gusta permanecer sentado. Durante la siguiente hora, entre abundantes expresiones faciales, gestos con las manos y momentos en los que se para de repente a caminar, me cuenta sobre lo que hace y lo que piensa en términos de entrenamiento, nutrición y descanso, además de la importancia de tener un propósito en la vida. Hablamos sobre la cultura de la compañía que construyó y los beneficios de tomar siestas (él prefiere hacerlo después de comer, sin ropa). También conversamos sobre sus influencers favoritos, y por influencers me refiero a los antiguos filósofos griegos y romanos, así como los grandes pensadores de la Ilustración, los cuales moldearon su forma de pensar (Pitágoras, Platón, Sócrates, Marco Aurelio, Benito de Nursia, Kant y Schopenhauer aparecen en nuestra conversación).

También hablamos sobre su fisioterapeuta, con quien ha trabajado desde hace décadas. “Tiene 77 años y cuando nos conocimos (a finales de los años 90), estaba entrenando a cuatro o cinco campeones mundiales de boxeo mediante masajes. Hace algo único. Aprieta tus muñecas con fuerza y masajea tus manos. Lo mismo con tu cara”. Brunello demuestra la técnica, haciendo movimientos en el aire. Pero esa demostración no basta. Se para de pronto, se acerca a mí y me aplica la célebre técnica, justo arriba de la mandíbula. “Te hace falta sangre en el rostro”, me explica mientras masajea con fuerza mi mejilla. Esto no es técnicamente un coscorrón, pero así se siente. Mientras Brunello vuelve a su asiento y la circulación se normaliza en mi cara, pienso “¡Qué vitalidad tiene este hombre!”.

¿Cuál es la clave para mantenerse así a los 71 años? Brunello lo sabe, y no es un secreto realmente. Todo está en los libros que ha leído y las reglas que sigue. Él está feliz de compartirlo. Aunque no todo el mundo puede costear uno de sus suéteres de cachemira, ni todos tenemos acceso a un fisioterapeuta como el suyo, podemos sentirnos tan vivos como él. La clave está en saber cómo hacerlo.

“Siempre he sido alguien vital”, me dice mientras relata cómo fue su infancia en una granja no muy lejos de aquí. “Vivimos en el campo hasta mis 15 años. No teníamos electricidad ni televisión. ¿Puedes imaginar la clase de vida que llevábamos? Escalábamos árboles, construíamos casas sobre ellos y caminábamos por la naturaleza con otros niños”. Todos los días, su madre preparaba platillos sencillos para él y sus dos hermanos. “Llevábamos una dieta saludable. Todos los días comíamos pasta con salsa de tomate y muchos vegetales. Había carne dos veces por semana. Era una dieta muy buena. Siempre he intentado ser cuidadoso con lo que como”.

Cuando cumplió 15, su familia se marchó a la ciudad y, a partir de ese punto, “pasé 10 años de mi vida en el café. Cuando no estaba ahí, practicaba jiu-jitsu, tenis, futbol y esquí. Además, iba al gimnasio. Corría, pero entonces no les llamaban maratones, eran marchas largas de 15 o 20 kilómetros. Practicar deporte era lo único que hacía entonces”. Alrededor de ese tiempo es cuando descubrió la filosofía. “Lo primero que leí fue a Immanuel Kant cuando tenía 17 y aprendí a siempre considerar a la humanidad en todas mis acciones. De Kant, pasé a Sócrates y Platón. Crecí con los griegos, eran la base de mi pensamiento, y comencé a enfocarme en llevar una vida en balance. Decidí separar mi vida como enseña Epicuro. El 33% lo obtienes de tus padres, es lo que heredas y no depende de ti; 33% es el destino y el 33% restante depende de ti. No puedes simplemente ir por la vida esperando tener suerte. Debes entrenar y comer bien”.

Han pasado décadas desde aquellas revelaciones. Brunello creó la compañía que lleva su nombre. Empezó con simples suéteres de cachemira y luego se expandió para incluir ropa deportiva y hecha a la medida, del tipo que se puede ver en Succession. La compañía se volvió pública en 2012 y con eso, Brunello se convirtió en uno de los hombres más ricos de Italia. También construyó una familia que incluye a sus dos hijas (Camilla de 42 años y Carolina de 34) y sus esposos. Todos trabajan para el negocio familiar. Compró y restauró edificios ubicados por todo Solomeo, incluida una casa del siglo XII que ahora luce antigua y moderna al mismo tiempo.

Como podrás imaginar, Brunello es un tipo muy ocupado, “pero no tanto”, dice. Comienza la mayoría de los días a las 5:30 am y lo primero que hace es ejercitarse. Su jornada laboral arranca a las 8:00 am, al igual que los cientos de empleados que trabajan en la sede de la marca. A la 1:00 pm, todo el mundo toma un descanso de 90 minutos. Los empleados pueden acudir al restaurante u optar por ir a comer a casa con sus familias.

Normalmente, Brunello hace el recorrido de seis minutos rumbo a su villa “y tomo una siesta de 25 minutos, desnudo. Me levanto, me doy un baño y estoy como nuevo. Luego, de 2:30 a 5:30 voy de vuelta al trabajo. Ahí termino. Se prohibe trabajar demasiado, así que siempre he tenido mucho tiempo para cuidar de mi cuerpo”.

Lo anterior es esencial ya que, de acuerdo con Brunello “cuando tu cuerpo está sano, tu mente y alma lo siguen. Y cuando tomas decisiones, lo haces de forma más inteligente”. Afirma que se ejercita dos horas por día con una mezcla de caminata, natación, entrenamiento de fuerza, boxeo, futbol y tenis. Este régimen ha ido cambiando conforme ha pasado el tiempo. “Cuando tenía 55, estaba jugando futbol con mis amigos y pensé ‘tengo que cambiar mi forma de jugar y bajar un poco el ritmo’. Luego, pensé en el gimnasio y dije ‘es hora de usar otros pesos. Si es demasiada carga, me voy a lastimar’. Ahora, hago los mismos ejercicios que cuando tenía 40, pero son más ligeros. Hago sentadillas, pero más lento. Es algo muy similar, pero con menos intensidad”.

Aplica los mismos principios para su dieta: “Hay que comer poco. Todo el tiempo tengo un poco de hambre. Siempre como un desayuno italiano. Cappuccino con un pan y algo de mermelada. Luego, alrededor de las 10:00 am, me como un pequeño sándwich. A la 1:00 pm, como pasta todos los días. Quizá también una ensalada y vegetales. No soy un gran amante de la carne. A las 4:00 pm, algún bocadillo como una fruta o un pedazo de queso. Luego, la cena. Cuando comes demasiado y tienes 70 años, no duermes bien. Además, la mañana siguiente ya pesas 300 g de más”. Brunello sabe esto con exactitud. “Me peso cuatro veces por día. En la mañana, antes del almuerzo, después de comer y antes de dormir. Cuando veo que subo un kilo, como menos. Como la mitad de la mitad de la mitad. Ese es el único sacrificio que hago”. Nunca ha seguido una dieta ni le interesa contar macros o consumir suplementos. “Me preocupa que mi hígado sufra con eso”, dice. Cuatro veces por año, durante un mes, consume sólo tres: ginkgo biloba, zinc y tribulus. “Para la memoria, la salud y el sexo. Sigo el tratamiento de Charlie Chaplin. ¡Él tuvo un hijo cuando ya era muy viejo!”. También recibe inyecciones de plasma rico en plaquetas (PRP), un procedimiento en el que un médico utiliza la propia sangre del paciente para ayudar a sanar otras partes del cuerpo. “Toman algo de mi plasma y lo ponen en mi cara, pelo, manos y pecho”, explica Brunello, tocando las partes que enlista. “Creo en la medicina regenerativa”.

El día de mi visita, Brunello entrena en su gimnasio, un sitio bañado de luz natural que tiene una pequeña alberca, una caminadora, una máquina de poleas, mancuernas con acabados de madera y un costal de boxeo con el logo de su compañía. Se pone los guantes (de cuero blanco, también con el logo) y golpea sus puños antes de ponerse a trabajar en el costal, moviendo los pies con cada jab y gancho. Después, se toma un descanso para practicar los cinco ritos tibetanos, una serie de poses de yoga centenarias. Se hinca en el piso de madera y respira rítmicamente, inhalando por la nariz y exhalando por la boca. Sus manos detrás de la cadera mientras su pecho sube y baja.

Más tarde, dedica tiempo a otras cuestiones. Es un hombre versátil: ha apoyado con financiamiento a una organización llamada Himalayan Regenerative Fashion Living Lab, la cual se enfoca en moda sostenible; dio un discurso en la cumbre del G20 de 2021 que llamó “Capitalismo humanista y sostenibilidad humana”; también escribió un ensayo titulado “Tecnología, humanismo e inteligencia artificial” que está disponible en su sitio web. Adicionalmente, ha promovido el desarrollo de varios tratamientos médicos para el cáncer y condiciones metabólicas.

¿Cómo encuentra el tiempo para hacer todo esto y continuar liderando su compañía, además de las dos horas de entrenamiento? El resto de su vida es muy simple. “Debemos trabajar el tiempo justo, de manera que podamos cuidar el cuerpo y el alma. Durante dos o tres horas por día, básicamente llevo la misma vida que un monje. Salgo y camino por el pueblo. Veo las estrellas o una fogata y me lleno de pensamientos positivos, pero no lo llamaría meditación. Paso tiempo conmigo mismo y con mis padres que ya fallecieron. Quiero tener la cabeza ocupada y llevar una vida normal”.

Por ahora, eso significa más natación y tenis, además de tomar siestas y trabajar de cerca con sus hijas para asegurarse de que la compañía que construyó se mantenga saludable para los Cucinellis del futuro. “Quiero vivir como si fuera el último día de mi vida, pero seguir planeando como si fuera a vivir por siempre. Soy un guardián temporal de todo esto”, me dice mientras señala con las manos las fábricas y el pueblo que construyó. “Si te comportas y te sientes como si fueras el dueño, tendrás miedo de perderlo. Pero si eres nada más un guardián de esto, eres libre”. Vivir con simpleza, dejar ir y voltear a ver las estrellas con asombro. Si le funciona a Brunello, quizá te funcione a ti también.

RICHARD DORMENT es el director editorial de Men’s Health y Women’s Health en Estados Unidos.

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