La presión de ser virgen a los 28 años
Un hombre comparte cómo la vergüenza, la ansiedad y la soledad marcaron su vida sexual, y lo que aprendió al aceptarse.
En retrospectiva, no me sorprende que a los 28 continúe siendo virgen. Siempre fui introvertido, silencioso y muy bien portado. “¿Por qué no eres más como Nick?”, decían los padres de mis amigos cuando ellos se portaban mal. En la secundaria, mi introversión se convirtió en ansiedad social y baja autoestima, especialmente cuando estaba rodeado de mujeres. En las fiestas, mientras mis amigos tenían sexo, yo deambulaba de habitación en habitación, completamente borracho como una forma de lidiar con mi incomodidad. El concepto del sexo me aterrorizaba.
Besé a un par de mujeres durante mi adolescencia, pero nunca estuve cerca realmente de que tuviéramos sexo. Aunque tenía muchos amigos, me sentía como que no tenía la capacidad de hablar con el género opuesto. En mis veintes, comencé a preocuparme de que las mujeres vieran el hecho de que era virgen como una “red flag”. Con 24, empezaba a salir de mi caparazón y desarrollé ME (encefalomielitis miálgica), una condición crónica que reduce la energía. Pasé años encerrado en casa y esto hacía imposible desarrollar relaciones con alguien. Mis amigos sabían que era virgen y les daba igual, pero cuando tenía que estar con otras personas sentía como si estuviera cargando con un secreto oscuro. Pensaba que había algo en mí que hacia evidente mi virginidad, pero cuando se lo decía a alguien, en verdad se mostraba sorprendido. Tristemente, entre los hombres jóvenes, el éxito en el mundo de las citas está relacionado con el estatus y la autoestima. La palabra “virgen” se usa como una descripción pero también como un insulto. Si no puedes encontrar una pareja, socialmente se interpreta como que has fallado como hombre.
No era solo la presión social. También me sentía indeseable. Era un hueco que ninguna relación platónica podía llenar. Cada pareja que veía era un recordatorio de lo que yo nunca había tenido. No sabía qué hacer e incluso tuve pensamientos suicidas. Se espera que hallar una pareja sea algo orgánico, algo que sucede de forma natural eventualmente. Cuando no es así, nadie sabe cómo resolverlo. “Sé tú mismo”, me decían. Pero eso claramente no estaba funcionando. “No te preocupes, ya pasará”, decían otros. Pero simplemente no ocurría. Incluso el terapeuta con el que acudí no sabía qué decirme. Aunque era célibe involuntario, nunca me consideré un “incel”, algo que usualmente se define como un hombre heterosexual que culpa a las mujeres por su falta de éxito en el terreno romántico. La ideología incel, la cual está plagada de misoginia, nunca me pareció atractiva. Nunca me pareció como que mis problemas fueran culpa de alguien más. En vez de eso, me culpaba a mí mismo por aquellas cosas de las que creía carecer: carisma, humor, belleza, etc.
Aunque, con razón, ha habido mucha discusión en torno a los riesgos que representa la ideología incel, continúa habiendo un estigma en torno a la realidad de que algunos hombres no pueden encontrar pareja y no hay mucha ayuda allá afuera para ellos. Espero que esto cambie. Muchos de estos hombres, quizá la mayoría, no son la clase de personas que se la pasan encerrados en un sótano, están siempre enojados y tienen perspectivas misóginas. La soledad parece ser un problema cada vez más recurrente entre los hombres jóvenes y hay múltiples estudios que revelan que el número de hombres jóvenes que no tienen sexo va al alza.
También tenemos que hablar sobre cuáles son las formas adecuadas de relacionarse con el género opuesto. Creo que muchos hombres se beneficiarían de tener más información en torno a esto que no provenga de parte de supuestos gurúes con ideologías machistas. Hay muchas historias en los medios sobre los riesgos que representan los “incels”, pero no se habla de que no hay alternativas saludables para aquellos que simplemente necesitan asesoría con el mundo de las citas. Es un vacío que los influencers misóginos están felices de llenar.
Desde mediados de mis veintes, me ha importado menos el hecho de ser virgen. A veces me pregunto por qué solía ser tan duro conmigo mismo. Quizá se deba al coctel de hormonas que define a la adolescencia. Después de años de forzarme a hablar con la gente, ya no soy alguien penoso. También me he dado cuenta de la libertad que viene con llevar una vida soltero. No estoy buscando una pareja ahora mismo, pero sí espero conocer a alguien un día.
La visión de una experta
De acuerdo con datos de YouGov, para cuando cumplen 25 años, 6% de los hombres no han tenido relaciones sexuales. La terapeuta Lucy Frank explica que hay ayuda para quienes en verdad la requieran.
¿Qué tan común es la virginidad en personas adultas?
En el mundo actual, son muchos los hombres que no experimentan intimidad real. La tecnología juega un rol importante aquí: pueden consumir pornografía cuando quieran y con esto evitar la vulnerabilidad que viene al interactuar con personas reales. Al mismo tiempo, el sistema educativo no te prepara para el sexo en la vida real.
¿Hay ayuda allá afuera?
Sí, pero no siempre es obvio para quienes la necesitan. Existen terapeutas psicosexuales entrenados, además de educadores y espacios comunitarios que trabajan específicamente con los hombres y su sexualidad.
¿Qué consejo le darías a estos hombres?
Primero, no hay nada malo con ellos. El sexo no es una habilidad que tendrías que haber dominado antes de una edad específica. Es una experiencia emotiva que se presenta en diferentes momentos para cada persona. A pesar de lo que les haga pensar el mundo, nunca es muy tarde para empezar.
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