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Encuentra el equilibrio en un destino de bienestar

SHA Wellness Clinic ofrece una experiencia transformadora en la Riviera Maya, combinando descanso, nutrición y salud integral.

5 marzo, 2025
SHA Wellness Clinic

Para muchas personas, pasar unos días frente al mar implica experimentar un festival de excesos. Basta con ver el consumo típico de alimentos y bebidas en un resort all-inclusive o un crucero para constatarlo. Es por eso que el retorno a casa a veces deja la sensación de necesitar vacaciones de las vacaciones.

Durante la última semana del 2024, viví una experiencia en Costa Mujeres, Quintana Roo, que es el perfecto opuesto de eso. Arribé a SHA Wellness Clinic el jueves 26 de diciembre bajo un cielo nublado y una lluvia intermitente. Desde el momento en que crucé el umbral que conduce a la recepción y enmarca las aguas turquesas del mar Caribe, experimenté una sensación de calma. Lo que me llamó la atención de inmediato, de una manera positiva, fue el silencio. Aquí no hay niños gritando (no hay niños, punto), ni música estruendosa, animadores en la alberca o grupos de turistas apretujados intentando aparecer todos en la misma selfie.

Esta serenidad no es un accidente. Es uno de los fundamentos de SHA y es palpable en cada aspecto de la experiencia, desde el edificio, obra del estudio de arquitectura mexicano Sordo Madaleno, hasta los alimentos que se sirven aquí, la amabilidad del personal y el aroma que se percibe en los pasillos (incluye notas de lemongrass, una hierba cítrica).

SHA Wellness Clinic
Foto: Cortesía

Por supuesto, la naturaleza juega un rol tambien. Al frente del edificio está la playa de arena blanca digna de fondo de escritorio y en la parte posterior, la exuberante vegetación endémica de la región.

Cada huésped tiene sus razones para acudir a SHA, pero todas están relacionadas de alguna manera con la salud, ya sea física o mental. Algunos desean perder peso, otros desconectarse de las presiones del trabajo y están también quienes tienen como objetivo prevenir el deterioro asociado con el envejecimiento. Hay familias, parejas e individuos que, como yo, acuden en solitario. Mi estancia es de cuatro días, pero hay personas que pasan mucho más tiempo aquí.

Mi primera actividad en SHA es el almuerzo. Mientras me conduce a SHAmadi, el restaurante donde tendrán lugar todas mis comidas, la persona que me brinda el tour me explica que se sugiere, aunque no se exige, que se limite el uso del teléfono en áreas comunes. Esto da lugar a un fenómeno interesante que percibo en cuanto me siento a la mesa: en ausencia de teléfonos, las personas se sientan a estar. Se mantienen presentes, se miran unas a otras y aprecian mejor los alimentos que les sirven. Confieso que durante esta primera comida, que consiste en vegetales salteados, pescado sellado con tabulé de bulgur y, para terminar, té verde, debo reprimir un par de veces el impulso de acudir a mi bolsillo en busca del aparato. Es una sensación que se disipa con el paso de los días. Sólo lo consulto para asegurarme de no perderme ninguna cita o tratamiento ya que toda la información de mi estancia está contenida en una app. Ahí se enlista la veintena de actividades que han sido cuidadosamente seleccionadas para mí. Hay consultas con especialistas, evaluaciones, terapias y masajes. Algunas pertenecen a lo que podríamos llamar medicina moderna basada en ciencia (prueba de sangre, análisis de composición corporal, evaluación neurocognitiva y entrenamiento físico) y otras entran en el paraguas de la medicina complementaria (acupuntura, ozonoterapia intravenosa, alimentación macrobiótica). Por formación y personalidad, me atrae mucho lo primero y tengo mis reservas respecto a lo segundo, pero mi política en esta ocasión es dejarme guiar. “Ya volaste hasta aquí, sumérgete en la experiencia completa”, me digo.

SHA Wellness Clinic
Aquí puede verse el enfoque del programa que realicé. Las tres áreas principales corresponden a “bienestar y balance interno”, “rendimiento físico” y “salud cognitiva y emocional”. Foto: Cortesía

El área de salud (le llaman “Wellness & Clinic Area”) está diseñada para no lucir como un hospital. A pesar de que se compone de consultorios, aquí el color y la textura de los muros, la iluminación cálida e indirecta y la selección de materiales, todo esto obra del interiorista Alejandro Escudero, abonan a la sensación de calma de la que hablé antes y ponen de manifiesto la absoluta atención al detalle. Previo a cada consulta y tratamiento, el especialista puede ver mi foto y conocer mis datos de salud mediante una tableta ubicada junto a la puerta, de manera que antes de estrechar mi mano ya sabe no sólo cómo me llamo, sino que la avena me inflama, estoy interesado en el deporte y casi todos mis parámetros son normales. Las excepciones son mi nivel de creatinina (es elevado, como consecuencia, benigna, del consumo diario de creatina) y mi frecuencia cardiaca en reposo: 47 latidos por minuto. Esta me sitúa dentro del rango conocido como bradicardia. Es una consecuencia normal del entrenamiento aeróbico y, por tanto, no es una razón para preocuparse.

A partir de mi consulta de nutrición el día dos, todas mis comidas subsecuentes incluyen una dosis adicional de proteína (un pequeño recipiente con edamames) y chucrut (col fermentada). Esta información la tienen todos en el restaurante, de manera que en cuanto me siento, sin importar dónde lo haga, la persona que me atiende sabe exactamente lo que “me toca” comer: el menú SHA con los ajustes que mencioné antes. También hay una dieta “Biolight” (este es el menú intermedio en términos de porciones) y la dieta “Kushi” (la más estricta, indicada para quienes están aquí para perder peso).

Todos comenzamos cada comida con un shot de vinagre y terminamos con té. Aunque me cuesta adaptarme a consumir muchas menos calorías de las que como normalmente, el aspecto rutinario, y casi ritual, de las comidas me agrada. Contribuye a marcar una distancia entre la vida “normal”, esa que está afuera, y la experiencia que estamos viviendo quienes nos encontramos dentro.

Mi actividad favorita fue, para sorpresa de nadie, el entrenamiento físico, específicamente la sesión de realidad virtual. Se realiza en un aparato llamado Icaros, el cual exige que el sujeto se coloque en posición de plancha y está conectado con unos lentes de realidad virtual. Durante 50 minutos, participo en distintos juegos que simulan desplazamientos ya sea en el aire o bajo el agua. Hay uno en particular que me convierte en paracaidista, pero de la modalidad “wingsuit”, es decir que me desplazo a gran velocidad intentando alcanzar objetivos específicos. Cada pequeño movimiento altera mi trayectoria y estoy tan inmerso en la actividad que se me olvida que llevo casi una hora contrayendo el abdomen y los brazos.

SHA Wellness Clinic
Foto: Cortesía

Me despido de SHA el día 29 de diciembre. No lo planeé así, pero resulta la experiencia perfecta para cerrar un año y dar inicio al siguiente. El plan que realicé, llamado “Rebalance and Energise” cita como objetivos “aliviar el estrés, reequilibrar los sistemas del organismo, revitalizar las funciones a nivel celular, promover una recuperación profunda, mejorar los niveles de energía y restaurar el bienestar general”. Algunos de estos pueden percibirse fácilmente (ciertamente estoy menos estresado y me siento recuperado) y otros, como el referente a las funciones a nivel celular, son algo más complejos de comprobar. Lo cierto es que he aprendido a dejar el teléfono en mi bolsillo mientras como (aunque no siempre lo logro) y me declaro fanático de la col fermentada y el té de manzana kuzu. ¿Quién diría que unos días frente al mar, a media hora de la capital mundial del spring break, podrían hacerme sentir tan bien?

Puedes saber más en shawellness.com

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