Lo que me enseño la terapia
Hablar con un psicoterapeuta ayudó a esta superestrella a comprender su pasado, de manera que pueda navegar mejor su futuro.
Mi camino rumbo a la terapia comenzó con un corazón roto. Me sentía triste y herido. Iba flotando por la vida, incapaz de estar presente porque no podía comprender que mi vida había cambiado. Hablé con mi profesora de actuación sobre lo que sentía y ella me presentó a Susan Shilling, una psicoterapeuta que trabaja con artistas y personas creativas.
Susan me hizo muchas preguntas sobre cómo había sido mi vida, lo que había experimentado, las cosas que me funcionaron bien y aquellas que no tanto. Hablamos sobre lo que la terapia podía hacer por mí.
“Como seres humanos, tenemos una historia y son esas experiencias lo que moldea la forma en que vemos las cosas”, dice. “Dentro de todos hay un río de información”. A través de la terapia podemos comprender lo que hay ahí.
Al examinar mi conciencia, puedo evitar que mis experiencias me lleven a crear historias en mi cabeza sobre el momento actual que no están atadas a lo que estoy viviendo en realidad.
Ese es uno de los principales beneficios de la terapia: puedes entender el porqué detrás de lo que haces. También puedes ver cómo se formaron tus percepciones y tienes la posibilidad de hacer cosas diferentes. “Si tienes la voluntad y el interés de hacer ese trabajo”, explica Susan. “Verás cambios que te motivarán a hacer aún más. Es así como avanzamos como seres humanos”. Cuando tienes mayor claridad, puedes tomarte un momento para decidir lo que quieres, en vez de simplemente hacer lo mismo que haces usualmente y que te conduce siempre al mismo lugar.
“Muchos de nosotros vamos por la vida intentando redecorar la casa sin ponerle atención a los cimientos”. Es así como Susan lo explica. “Ponemos nuevos tapetes, pintura y papel tapiz, pero cuando empiezas a escarbar más profundo ves que hay algo podrido o infectado en los cimientos. Eso requiere trabajo y asusta. Es normal”.
“Nos da miedo la idea de toparnos con cosas del pasado que nos hagan sentir mal y que hemos bloqueado para no tener que lidiar con ellas. Eso no resulta constructivo. Para tener empatía y compasión por ti mismo, necesitas saber qué es lo que llevas contigo y sobre qué bases está construida tu casa. A partir de ahí, puedes acercarte a tu niño interno, el cual se ha quedado atrapado y ha sido herido. Es parte del proceso terapéutico. Se requiere mucha valentía para escarbar”.
Mis experiencias con la terapia me han ayudado a atar cabos y comprender qué sucesos en mi historia están nublando mi juicio actualmente. En mis memorias, Let Love Have the Last Word, escribo sobre una experiencia de abuso que sufrí de niño. Fue una persona en la que confiaba, en la que mi familia confiaba. No comprendía lo que había ocurrido y en ese momento no pude procesarlo. Sólo sabía que había sido algo incorrecto. Mi forma de lidiar con ello fue enterrarlo en lo más profundo. No se lo dije a nadie. No lo compartí con mi madre. Nunca pensé en las formas en que esto podría estarme afectando sino hasta que fui a terapia.
Ahora tengo más conciencia en torno a mis propios patrones y cuando enfrento una situación complicada en términos de relaciones, puedo hacer una pausa y preguntarme si lo que siento en verdad está relacionado con esta persona o si estoy proyectando cosas que tengo guardadas.
Otro aspecto del dolor que llevo dentro que me ha sido revelado gracias a la terapia viene de mis relaciones familiares. Dentro de mí está el niño Rashid, aquel que fue abandonado por su padre. Su herida permanece ahí y se manifiesta a manera de dolor e inseguridad. Ese niño necesitaba que le recordaran que es valioso y que se le ama incondicionalmente. Lo que me enseñó la terapia es que necesito cuidar a esa versión más joven de mí para que sus miedos no me definan como adulto.
Mi relación con mi padre era una parte de eso, al igual que mi relación con mi madre. La mayor cantidad de amor que he recibido ha provenido de mi madre. Éramos sólo ella y yo, y a veces mi abuela. Cuando tienes a una mamá soltera y un hijo, son todo el uno para el otro y si alguien más entra en esa dinámica, es un cambio importante.
Tenía ocho años cuando mi madre volvió a casarse y eso me produjo muchos sentimientos. Sin embargo, era muy joven para comprender y procesar completamente lo que eso significaba para mí. Mis emociones de esa etapa afloraron más tarde en mi vida a manera de inseguridades debido al dolor que experimenté. No era capaz de comunicar cómo me sentía ni tenía la conciencia para hablar de forma abierta sobre ello. Nadie se sentó a explicarme que no podía ser reemplazado, que incluso si había otra persona en nuestro hogar, siempre sería el hijo de mi madre. La terapia me permitió identificar esto como el origen de muchas de mis inseguridades.
Dado que no vivía con mi padre, podía imaginarlo como un superhéroe. No pasaba mucho tiempo con él, así que lo que representaba para mí estaba basado en mi imaginación. El trabajo de Susan en este sentido fue esclarecedor. Ahora veo que todo es un proceso y puedo identificar cuando estoy trayendo al Rashid de ocho años a mis relaciones adultas.
Eso es algo que no podría haber descifrado a partir de conversaciones únicamente con mis amigos o familiares. Necesitaba la perspectiva de un tercero, alguien especializado en el tema y con una visión equilibrada.
Susan me permite llegar a ese sitio donde puedo decirme a mí mismo que merezco las cosas y que tengo valor.
Si no te tomas el tiempo para reconocer las cosas, no sólo vives con el trauma, sino que continúas viviendo en él.
He aprendido que si no te tomas el tiempo para reconocer las cosas, no sólo vives con ellas, sino que continúas viviendo en ellas. Ahora puedo entender lo que sucedió, cómo reaccioné y cómo esto me ha moldeado. Dado que tuve la oportunidad de explorar lo más oscuro de mi interior, acompañado por una profesional, he podido dar un paso hacia la luz.
Si hay algo que necesitas procesar, la terapia puede ayudarte a conocerte a ti mismo y expresarte con mayor apertura. Es como abrir la ventana de un sitio que ha estado cerrado mucho tiempo y dejar que entren el sol y la brisa.
COMMON. Su nombre real es Rashid Lynn. Es ganador del Grammy, Emmy y Oscar. Además de artista, es activista y autor de un best-seller del New York Times. Su nuevo libro es And Then We Rise: A Guide to Loving and Taking Care of Self.
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