Prueba de esfuerzo: qué mide y cuándo hacerla
En una época en la que tratamos de monitorear todo, medir una variable como el esfuerzo puede ser lo que tu entrenamiento (o tu salud) necesita para mejorar.

Seguro has visto imágenes de las pruebas que se le realizan a un futbolista antes de que un nuevo equipo lo firme. La escena es peculiar: el jugador corre sobre una caminadora, con electrodos conectados al cuerpo, una máscara que parece salida de una expedición al Everest y un par de médicos monitoreando cada detalle en varias pantallas. Pero, ¿qué demonios está haciendo? Probablemente, una prueba de esfuerzo.
Para despejar dudas, visitamos Sport Performance, una clínica especializada en esta técnica en la Ciudad de México. Ahí, la doctora Rosa Angélica Quiñones Herrera, médico especialista en medicina del deporte, nos guió paso a paso para entender la relevancia de este procedimiento que mezcla ciencia, salud y rendimiento.
¿En qué consisten las pruebas de esfuerzo?
En palabras sencillas, una prueba de esfuerzo es un estudio médico que evalúa la respuesta de tu cuerpo ante la actividad física. “Evaluamos principalmente la parte cardiovascular para confirmar o descartar alguna patología cardíaca”, explica la doctora Quiñones.
El protocolo inicia con un electrocardiograma en reposo y se complementa con la caminadora o bicicleta según el perfil del paciente. El objetivo es monitorear cómo se comporta el corazón, los pulmones y el metabolismo mientras aumenta progresivamente la intensidad del ejercicio.
Lo interesante es que la prueba no se limita a la salud cardiaca. Como nos detalla la doctora: “Complementamos esta evaluación con la parte de rendimiento deportivo, a través de la mascarilla de análisis de gases. Es un estudio muy completo que permite ver si el atleta o paciente está en óptimas condiciones para realizar deporte”.

¿Qué mediciones se pueden ver en una prueba de esfuerzo?
Los datos obtenidos son un verdadero mapa de tu organismo en movimiento. La doctora Quiñones nos enumera lo esencial:
- Frecuencia cardiaca.
- Consumo de oxígeno (VO₂).
- Producción de dióxido de carbono.
- Volumen ventilatorio.
- Frecuencia respiratoria.
- Calorimetría, es decir, cómo oxidas grasas y carbohidratos para generar energía.
Estos indicadores permiten identificar tus umbrales aeróbico y anaeróbico, la potencia aeróbica máxima (VO₂MAX) y la tasa máxima de oxidación de grasas (FATMAX). En otras palabras, se revela cómo funciona tu motor interno y en qué momento empieza a exigir combustible extra.
“Con todos estos datos realizamos una valoración completa del rendimiento deportivo del atleta”, apunta la especialista. Para quienes buscan mejorar marcas, definir zonas de entrenamiento o simplemente entrenar de manera más segura, este nivel de precisión es invaluable.
¿Existen diferentes tipos de pruebas de esfuerzo?
No todos los atletas tienen las mismas necesidades. Por eso, existen protocolos distintos según la disciplina. “A los corredores se les realiza en banda caminadora; a los ciclistas, en bicicleta; a los triatletas, en ambas modalidades. Incluso hay protocolos para deportes específicos, como en remadora para remeros o con equipos especiales para nadadores”, explica Quiñones.
La esencia, sin embargo, es la misma: una evaluación cardiopulmonar que ayuda a detectar riesgos y a establecer parámetros personalizados para el entrenamiento.
¿Son solo para atletas de alto rendimiento?
Uno de los mitos más comunes es pensar que estas pruebas están reservadas para futbolistas, maratonistas o triatletas profesionales. Nada más lejos de la realidad. “No, cualquier persona puede realizarla. Se recomienda tanto a quienes ya practican deporte como a quienes desean empezar a ejercitarse”, afirma la doctora.
Esto significa que incluso alguien sedentario que decide comenzar a correr o ir al gimnasio por salud puede —y debería— someterse a una prueba de esfuerzo. Así se evitan riesgos cardiovasculares y se garantiza que el entrenamiento comience en un terreno seguro.
Para los atletas recreativos, como los corredores de maratón, la prueba debería realizarse al menos una vez al año. Y en los de alto rendimiento, cada seis meses. “Como mínimo, todos deberían hacerse un electrocardiograma de reposo anual”, añade la especialista.
¿Están contraindicadas para alguien?
Aunque la prueba es segura, no se arriesga a nadie que presente señales de alerta. “Si durante la valoración se observa un trazo característico de infarto u otra condición de riesgo, se detiene la prueba y se canaliza al cardiólogo para su atención”, puntualiza la doctora.
En la mayoría de los casos, los resultados son positivos y sirven para orientar entrenamientos más efectivos. Para quienes no son atletas, se entregan recomendaciones generales basadas en la respuesta metabólica y la frecuencia cardiaca. Y en el caso de deportistas de alto nivel, los datos se convierten en el insumo perfecto para que el entrenador diseñe planes con bases científicas.
Más allá del deporte: salud y ciencia a tu favor
Una prueba de esfuerzo no solo es útil para bajar tiempos en un maratón o mejorar la potencia en un triatlón. También es una herramienta médica para detectar cardiopatías congénitas, descartar riesgos de infarto y certificar que estás en condiciones de ejercitarte.
“La clave es que no trabajamos con fórmulas generales ni con sensaciones. Lo que ofrecemos es información precisa y personalizada”, señala Quiñones. Esa diferencia es lo que separa a quienes entrenan con bases científicas de quienes improvisan con métodos poco fiables.
En clínicas como Sport Performance, la experiencia no termina con el resultado. “Nos caracterizamos por dar seguimiento al paciente: no solo entregamos el estudio, sino que explicamos cada detalle, aclaramos dudas y programamos una cita adicional para interpretar los indicadores”, explica la doctora. El objetivo es que cada persona salga con claridad y confianza para llevar esos datos a su vida deportiva o a su entrenador.
¿Es para ti?
Sí. La prueba de esfuerzo es, en esencia, un espejo de tu salud y tu rendimiento. Te dice cómo funciona tu corazón, cómo responde tu metabolismo y cuáles son tus verdaderas zonas de entrenamiento. No importa si eres profesional, amateur o apenas vas a empezar: conocer cómo reacciona tu cuerpo al esfuerzo puede marcar la diferencia entre entrenar con seguridad o correr riesgos innecesarios.
La ciencia está de tu lado. Solo necesitas dar el primer paso y conectarte, literalmente, a ese conjunto de cables, electrodos y pantallas. No importa que no seas el futbolista tratando de fichar por el Real Madrid, es una herramienta poderosa que puede transformar tu manera de entrenar.
Dónde: Sport Performance (Nueva York 5, Nápoles, Benito Juárez, CDMX. Reserva aquí.
Conejillo de indias: Gerardo Castillo, director de arte de Men’s Health México y Latinoamérica.
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