¿Deberías darle un descanso a la tecnología?
Los wearables no lo dicen todo. Aprende a disfrutar del ejercicio sin obsesionarte con las métricas y descubre el verdadero propósito del entrenamiento.
Aunque la enorme cantidad de información que arrojan los wearables puede revelar mucho sobre tu estado físico, no lo dice todo. De hecho, según Richard Godwin, nuestra obsesión con la cadencia al correr o las calorías que quemamos por día podría estarnos distrayendo del verdadero objetivo del entrenamiento: sentirnos bien. Aquí un argumento para dejar de medirlo todo.
Quizá deberías darle un descanso a la tecnología.
Ahora que de nueva cuenta nos encontramos en un año olímpico, quiero contarte sobre mi atleta favorito entre todos los que han participado en los Juegos: el corredor de fondo cubano Andarín Carvajal. Es un hombre cuyos momentos de gloria no están registrados en los libros de récords, los medalleros o las métricas a las que estamos acostumbrados, pero te garantizo que su historia te brindará toda la inspiración que necesitas.
Cartero de profesión, Carvajal era bien conocido en la isla por dos cosas: su capacidad de recorrer largas distancias rápidamente y su personalidad jovial. En 1904, subió a un barco de vapor que lo llevaría a representar a su país en los Juegos Olímpicos de St. Louis. Cuando llegó al puerto de New Orleans, perdió todos sus ahorros en un juego de dados. Más tarde, pidió aventón para recorrer los 1,000 km que lo separaban de la sede de la competencia y en el camino perdió su atuendo para correr. Cuando se formó para el inicio del maratón, portaba unas botas y una camisa. Afortunadamente para él, otro atleta lo ayudó a cortar sus pantalones para que se asemejaran lo más posible a unos shorts.
Cuando comenzó la carrera, rápidamente perdió de vista a los punteros. La temperatura era de 32º C, había poca agua disponible y la ruta incluía tramos donde los corredores pasaban junto a los autos. A los competidores que colapsaban, y fueron varios, les daban brandy. Un corredor fue descalificado por haberse subido a un auto a lo largo de 16 km. Carvajal iba a su ritmo. Platicaba con los espectadores para practicar su inglés y aceptaba los duraznos que le regalaban desde autos en movimiento. En un punto de la ruta, se perdió y terminó en un huerto, donde comió algunas manzanas y vomitó. Después de una breve siesta, encontró el camino hacia el estadio y, para su sorpresa, llegó en cuarto lugar.
¿Por qué es tan relevante esta historia? Porque lo que hizo Carvajal es la antítesis de aquello en lo que se ha convertido el deporte en la era de la data y los wearables. Desde una perspectiva moderna, su participación fue un fracaso. Terminó fuera del podio en el maratón olímpico más lento de la historia (el tercer lugar acabó en 3:47:33) y su tiempo ni siquiera se registró. En estos tiempos, eso no sería suficientemente bueno ni siquiera para un amateur. “Si no está en Strava, entonces no sucedió”. Ese es el lema no oficial de la plataforma, la cual tiene más de 100 millones de usuarios. Bajo esa lógica, habría sido mejor que Carvajal simplemente se quedara en casa en La Habana.
Nuestra obsesión con la tecnología ha alcanzado tal nivel que la mayoría de nosotros ni siquiera contemplaríamos salir a correr sin un reloj inteligente. Se espera que el mercado de la tecnología deportiva crezca un 20% anual hasta 2030, cuando tendrá un valor superior a los 55 mil millones de dólares. Esto incluye cosas como relojes con GPS que le informan al usuario sobre su ritmo de carrera en tiempo real, así como sus zonas de entrenamiento y VO2 máx, también al Fitbit que te regaña porque no has sumado tus 10 mil pasos del día. Estos dispositivos lo miden todo, excepto la razón por la que muchos de nosotros empezamos a hacer ejercicio: la diversión.
¿En verdad salen las cuentas?
No cabe duda de que la tecnología ha revolucionado al deporte de élite. Incluso consideramos como héroes a aquellos que la han usado con mayor éxito como Billy “Moneyball” Beane en el beisbol o Nike con sus Vaporfly y adidas con sus Adios Pro. “Estamos viviendo un momento muy emocionante”, dice Ben Scott, director de marketing de Rheon Labs. “La Fórmula 1 es un gran ejemplo de la intersección entre ingeniería y deporte. Ahora vemos algo similar en el running con la lucha por romper las dos horas en maratón”. El producto estrella de Rheon Labs es un polímero patentado que se usa en la línea Adizero de adidas. Fue creado tras tres años de estudios en el laboratorio de biomecánica de la University of Wisconsin en torno a los efectos de algo conocido como “aceleración muscular circunferencial”. Y si este no era un tema al que ponías atención antes, quizá lo sea ahora. Se trata de la energía que se pierde cuando un músculo se sacude alrededor del hueso cuando el pie impacta el suelo. “Es energía desperdiciada”, dice Scott. “Es algo ineficiente.
La idea es emplear la misma metodología que se aplica a un auto de Fórmula 1 pero al cuerpo humano”. Es esta acumulación de ganancias marginales lo que podría hacer la diferencia entre la gloria y el fracaso en los Juegos de París que se realizarán este verano. “En muchos eventos durante Tokio 2020, la diferencia entre el primer lugar y el cuarto fue de menos de 1%”, afirma. “Tus zapatos, prendas, nutrición, descanso y preparación, todo eso tiene un impacto y hace la diferencia”.
Lo sorprendente es que esta mentalidad esté presente en tantas personas que no compiten a un nivel elite ni ven sus cuerpos como monoplazas de la máxima categoría. “Es una locura cómo ha explotado este mercado”, explica el psicólogo Thomas Curran, uno de los expertos más renombrados en el perfeccionismo (y un adicto a Strava en recuperación). “Esto ha cambiado por completo el significado de ejercitarse y del deporte en general”.
Es tal la ubicuidad de la tecnología en este ámbito, que resulta difícil recordar cómo era la vida antes de esto. “Corro con un reloj desde hace apenas cinco años, pero la idea de que antes solía hacer entrenamientos duros sin tener idea de qué tan rápido iba me parece muy extraña”, relata el ultramaratonista Adharanand Finn. Cuando era un adolescente y empezó a entrenar, su unidad de medida estándar era una vuelta al lago cercano a su casa. “Corrí por ahí recientemente y no podía creer que había hecho ese recorrido cientos de veces sin saber cuánto mide”. Ahora, su Garmin Forerunner 945 le revela que es una ruta de 10.55 km.
No sólo nos hemos acostumbrado a medir todo lo que hacemos, también hemos internalizado los objetivos que nos plantean estos dispositivos sin considerar cuán aleatorios pueden ser. ¿Por qué 10 mil pasos? Es una cifra que prácticamente se inventaron los vendedores de podómetros. ¿Por qué lo estoy dando todo para alcanzar la cima de una colina específica que está cerca de mi casa? Porque Strava me dice que mi amigo, Juan, lo logró en 53 segundos, y esto no se puede quedar así.
Por otro lado, podríamos estar viendo el comienzo de una especie de revuelta en contra de este enfoque basado en cifras. Luke Pigden, dueño de un gimnasio llamado The HIIT House, decidió deshacerse de la banda Whoop que utilizaba, además de su Garmin, banda de ritmo cardiaco y audífonos. “Me enfocaba tanto en la información de los dispositivos que en realidad no ponía atención a mi cuerpo”, afirma. “Me sentía como un robot”.
Él identifica dos problemas principales. El primero es la saturación de datos. Whoop promete medir “los datos biométricos más relevantes de acuerdo con la ciencia”. En ocasiones, se despertaba y el aparato le decía que su descanso sólo había sido óptimo en un 84% o que su oxigenación había bajado de 96%. Cada mes, recibía un reporte de 20 páginas. “No quería ni verlo”, dice. También le conflictuaba el hecho de que en ocasiones la información contradecía lo que él estaba sintiendo. “Me despertaba sintiéndome muy cansado y el dispositivo decía ‘¡Te estás recuperando de maravilla! Listo para otro día de entrenamiento duro’. También había veces que me sentía genial, pero mi Whoop decía ‘No, tu descanso fue muy malo, baja la intensidad’”.
También ha encontrado que la tecnología de monitoreo de actividad física puede tener dificultades para diferenciar entre distintos tipos de ejercicio. Una sesión de 10 minutos de sprints en bicicleta “que lo dejaban en el suelo”, se registraba como un esfuerzo moderado y un trote de 30 minutos con un amigo hacía saltar todas las alarmas.
“Trabajo en esta industria, así que tengo la experiencia necesaria para entender cómo se siente mi cuerpo, pero alguien que está empezando podría ver esos números y sentirse muy confundido”.
De hecho, ese es el caso de muchos de sus clientes. Ha notado que aquellos que entrenan con Apple Watches o relojes Garmin se quejan después de las clases de fuerza porque sus dispositivos les dicen que sólo han quemado 120 kcal, mientras que queman 400 con el entrenamiento de intervalos. “Si quieres quemar tantas calorías como sea posible, siéntate en una bici y pedalea por dos horas”, dice. “Pero tu cuerpo no estará enfrentando ninguna resistencia, no estarás trabajando tu equilibrio ni fortaleciendo tus músculos. Son simplemente calorías y las personas se obsesionan con eso. No están pensando ‘¿Qué tan fuerte soy?’ ni ‘¿Cómo me siento?’. Sólo les importa el número”.
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Un juego de cifras
Beth Bell, psicóloga de la University of York, ha estudiado nuestra tendencia a obsesionarnos con números arbitrarios. Ella explica la diferencia entre motivación intrínseca y extrínseca. La primera describe aquellas cosas que hacemos para recibir una recompensa interna como ganar confianza, establecer conexiones o sentirnos libres y autónomos. La motivación extrínseca describe aquellas que se hacen para obtener algo de parte de alguien más. “Cuando las apps refuerzan las motivación intrínsecas (confianza, conexión y autonomía) es cuando vemos resultados positivos”, explica. Sin embargo, cuando comienzan a promover el otro tipo de motivaciones es cuando surgen los problemas. “Quizá usas la app para presumirle a otros lo que puedes hacer o para obtener puntos. Ahí ya no se trata de lo que necesitas ni de autonomía o independencia”. El Dr. Curran está de acuerdo. “Tenemos décadas y décadas de investigaciones que demuestran que si te ejercitas para demostrarle a otras personas tu avance, por ejemplo, dejas de disfrutar la actividad. La motivación también se vuelve más difícil de mantener en el largo plazo porque si eres incapaz de alcanzar esos objetivos y si no consigues dejar la impresión que deseas en los demás, se te quitarán las ganas de seguir”.
Mientras que apps como Strava pueden ser muy buenas para fomentar las motivaciones intrínsecas, también pueden generar ansiedad, al igual que otras redes sociales. Fíjate cómo muchas personas publican cosas con comentarios como “día con mucho viento” o “primer entrenamiento de vuelta desde la enfermedad” para justificar no ser capaces de lograr un objetivo específico que creen que deberían ser capaces de alcanzar. “Eso es clásico”, dice el Dr. Curran. “Así te das cuenta de que se trata de mantener una apariencia”.
Pero incluso si comprendes los límites y riesgos de la tecnología, puede ser difícil encontrar el balance perfecto. Finn admite que para él es una batalla constante. Es un “nerd de los datos” y le encanta tener un registro de sus entrenamientos. Sin embargo, sabe que los aparatos también son una distracción que le impide disfrutar actividades que solía realizar sólo por el gusto de hacerlas.
“Puedo estar admirando un paisaje y de pronto pienso ‘¿A qué ritmo estaré corriendo?’. Volteo a ver el reloj y no puedo evitar querer acelerar para mejorar los números”.
Actualmente, cubre la pantalla con cinta para evitar ver la información y también ha apagado las alertas de sonido. “Algunas sesiones se sienten como meditación y otras son muy buenas para tener ideas nuevas. El reloj te roba esas cosas”. Otro problema es que el aparato puede dificultar su entrenamiento ya que ver los datos en tiempo real lo obliga a incrementar o reducir el ritmo incluso cuando no es lo que debería hacer. “Impide que escuches a tu cuerpo”.
Perder la cuenta
Quizá resulte sorprendente, pero incluso algunos atletas elite experimentan estas cuestiones. Emile Cairess, uno de los atletas más importantes de Gran Bretaña de cara a los Juegos de París, entrena con un reloj Casio básico de 300 pesos. “Creo que estar un poco desconectado es bueno de vez en cuando para evitar preocuparte por cosas que no lo ameritan”, le dijo recientemente a Runner’s World. El tres veces campeón de la NCAA, Dylan Jacobs, ha llegado a una conclusión similar. “Los entrenamientos se sentían mucho más largos con el reloj”, le dijo recientemente a The New York Times. “Veía el reloj cada minuto para ver cuánto faltaba”. El campeón estadounidense de los 3,000 m, San Prakel, piensa algo similar. “Me siento mucho mejor no teniendo tantos datos de los cuales preocuparme”.
A fin de cuentas, depende de cuáles sean tus razones para hacer ejercicio y estas pueden cambiar a lo largo del tiempo. Richard Askwith, autor de Running Free, solía correr de forma competitiva en los años 80. En ese momento, estaba obsesionado con sus tiempos. Ahora que tiene más de 60 años, no podría importarle menos. “Mi cuerpo no es un auto de F1”, cuenta. “Es como un hatchback usado que se avería de vez en cuando”. Sin embargo, ama correr tanto como antes. Lo hace todos los días, sin importar el clima y no lleva un reloj o un teléfono consigo. “Cuando eres joven, te enfocas mucho en el rendimiento”, explica. “Pero una vez que llegas a los cuarenta y tantos, mantener la motivación se vuelve un reto. Si continúas enfocado en tus tiempos y notas que cada vez son más lentos, eso te quita las ganas. Pero si dejas eso a un lado y te concentras en la naturaleza y en el hecho de que todavía puedes hacer eso que amas, entonces contribuye a tu bienestar”.
Le entristece ver que hayamos hecho del running, el más simple de los deportes, algo tan complicado. “Todo lo que necesitas para ser un corredor es un par de piernas que funcionen e idealmente un par de tenis. Pero, en las últimas décadas, la industria te ha hecho creer que no vales nada si no tienes toda la indumentaria. Esto le roba la motivación a muchas personas”.
Lo mismo aplica para otras actividades como el ciclismo, la natación o el levantamiento de pesas, pero el hecho de que correr sea tan básico y se haya corrompido tanto es algo especialmente triste.
Hay incontables razones para correr y formas de hacerlo que no tienen nada que ver con tablas de posiciones. Puedes correr porque es una forma eficiente de llegar de A a B. Puedes hacerlo para meditar, para perderte en la naturaleza o como una forma de explorar la ciudad. También puedes correr para pasar tiempo con tus amigos o perderte en un audiolibro. Puedes correr para escapar de todos esos números y pantallas porque apuesto a que ya hay otras áreas de tu vida, como el trabajo, donde te ves forzado a pensar en objetivos arbitrarios que no están relacionados con cómo te sientes.
Y quizá, como nuestro amigo, Andarín Carvajal, puedes correr porque te parece divertido y porque lo haces bien. ¿Quién se acuerda de los tres atletas que llegaron antes que él? Exacto, es la persona con la mejor historia la que deja huella.
Pigden afirma que ahora que ha dejado sus aparatos atrás, ni siquiera escucha música. Prefiere correr a un ritmo tranquilo, platicando con un amigo o enfocado en su respiración. “Es mi espacio para meditar y no quiero notificaciones que interfieran. Tengo suficiente de eso en mi trabajo”.
Las cifras que cuentan
Por supuesto, hay datos que pueden ser útiles. Estos son los que valen la pena (y los que no), según los expertos.
Horas de sueño
Esta métrica impacta todo, desde el rendimiento físico hasta el humor, la capacidad cognitiva y la energía. La mayoría de los aparatos son razonablemente precisos. Pueden ayudarte a ver patrones a lo largo del tiempo.
Calorías
Los aparatos que prometen revelar cuántas calorías has quemado rara vez son precisos y enfocarte en esto puede ser contraproducente. Una idea general es buena para saber si estás comiendo de más o de menos, pero no necesitas un reloj.
Pasos por día
No debería ser la única métrica de movimiento que uses, pero a menos que realices una actividad que no involucre caminar, como nadar o levantar pesas, este número te da una buena idea general de cuánto te estás moviendo.
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Puntajes de recuperación
Algunos factores como la variabilidad del ritmo cardiaco pueden proveer datos interesantes, pero en tanto los algoritmos de los aparatos no sean validados por investigaciones científicas, deberás tomar lo que dicen las compañías fabricantes con un grano de sal.
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