La aventura es parte del ADN humano
Se encuentra en su octava década, pero Sir Jim Ratcliffe no baja el ritmo, ni en lo referente a sus empresas ni a su gusto por las pruebas deportivas de larga distancia. El empresario y ahora codueño del Manchester United habla con MH sobre el valor de vivir al límite.
La sabana sudafricana no es el sitio más común para entrenar de cara al maratón de Londres, particularmente bajo el sol y a una temperatura de 42º C. Pero el calor es simplemente un obstáculo más a superar en el Kruger National Park. También está el delicado asunto de la vida salvaje potencialmente letal, desde cocodrilos hasta elefantes, guepardos y leones. Esa es la razón por la que la mayoría de las personas no se aventuran muy lejos del campamento cuando van de safari. Pero Sir Jim Ratcliffe, dueño del gigante de los petroquímicos INEOS y fanático del fitness, no es como la mayoría.
“Vamos, correremos hacia la pista de aterrizaje”, me dice mientras desaparece por el sendero de tierra que conduce lejos del campamento. Porta una camiseta sin mangas y unos shorts de Nike.
Tiene 71 años, pero a Ratcliffe no se le nota la edad. A pesar de que se está recuperando de una lesión en los isquiotibiales, está impaciente por recuperar la forma física de cara a su segundo maratón de Londres consecutivo y no pierde ni un momento una vez que tocamos tierra para ponerse su atuendo deportivo.
Una carrera de 42 km alrededor de la capital inglesa es uno de los múltiples proyectos que tiene en puerta. Su portafolio de negocios incluye de todo, desde la industria química a equipos deportivos y autos. Actualmente, es uno de los hombres más ricos del Reino Unido, con una fortuna que supera los 29 billones de dólares, de acuerdo con el Sunday Times.
A pesar de que adquirió gran popularidad después de adquirir una cuarta parte del Manchester United, no es la clase de persona que va en busca de fama. Ratcliffe se ha mantenido lejos de los reflectores durante la mayor parte de su vida, a pesar del tamaño que tiene el imperio que preside desde 1998. Es alegre y prefiere la acción, correr en este caso, a las palabras. “No pierde el tiempo”, dice un ejecutivo de INEOS mientras Ratcliffe, con sus 1.94 m de estatura, desaparece en la distancia. “Es como un motor a diesel, no para”.
En MH nos invitaron a acompañar a Ratcliffe en su más reciente expedición, un road trip familiar del Kruger National Park al delta del Okavango en Botsuana. Aunque la mayor parte del viaje se realiza detrás del volante de su más reciente proyecto, el Granadier, un 4×4, Ratcliffe se asegura de que no falten ocasiones para correr. No es la clase de persona a la que le gusta dirigir desde lejos y procura estar pendiente de los detalles de sus distintos negocios. Pasa dos semanas de cada mes en juntas de consejo y el resto viviendo aventuras, así que no suele tener mucho tiempo libre. Queda claro de inmediato que correr con él es probablemente la mejor oportunidad de charlar.
Nos movemos por el sendero a un ritmo constante. Estamos en medio de la nada, pero avanza con convicción, recorriendo este paraje natural como si lo conociera de memoria. Nos acompaña su hijo, George, otro apasionado del deporte de resistencia, así como algunos miembros de su equipo ejecutivo. Todos saben cómo funcionan estas cosas: le sigues el ritmo a este septuagenario o te quedas atrás.
“Si no corro con regularidad, comienzo a extrañarlo”, afirma más tarde mientras se sienta frente al fuego y disfruta una cerveza sin alcohol. “A fin de cuentas, se vuelve algo adictivo, es un hábito”. Dice haber perdido la cuenta de la cantidad de maratones que ha corrido, pero calcula que son más de 40 desde que lo hizo por primera vez en 1978 con 27 años. “Corrimos el maratón de la isla de Wight para la caridad. Éramos jóvenes y queríamos divertirnos”, relata con una sonrisa. “Creo que ni siquiera existían los tenis para correr en 1978. En ese tiempo, nadie tenía idea de la nutrición para correr un maratón, así que sólo había agua. Alrededor del kilómetro 22 todo el mundo estaba sufriendo, golpeábamos el muro de frente”.
A partir de esa experiencia, Ratcliffe ha sumado un número envidiable de aventuras. Alcanzó el Polo Norte con sus hijos, George y Sam, en 2009. Dos años más tarde, llegó al Polo Sur, y se aseguró de que su expedición coincidiera con el centenario de la primera vez que alguien plantó una bandera ahí, el noruego Roald Amundsen. Ratcliffe afirma que fue una de las experiencias más miserables de su vida, pero antes de hacerlo, se preparó conquistando el Matterhorn en los Alpes, también con sus hijos, entonces de 13 y 15 años, respectivamente. A pesar de que el viaje casi terminó en tragedia cuando George resbaló de bajada, el apetito de aventura de Ratcliffe no ha hecho más que crecer con los años.
“Si lo piensas, a la especia humana le gusta la aventura. Escalamos montañas por gusto. Los animales no hacen eso. Quizá sea la razón por la que hemos sido tan dominantes. Creo que la aventura es parte del ADN humano. Por supuesto, es más evidente en unas personas que en otras, pero es algo que yo disfruto mucho”.
Trabaja duro, juega duro también
Ratcliffe creció en una vivienda de interés social en Failsworth, Lancashire (forma parte de Manchester) y desde muy joven estaba enfocado en dos cosas: su carrera y su equipo de futbol favorito.
Después de graduarse como ingeniero químico por la University of Birmingham, encontró trabajo en la industria química. Pasó por BP y luego por Courtaulds y Exxon. Estudió una maestría en Londres y luego recibió “una oferta imposible de rechazar” de parte de una empresa estadounidense, Advent International. Esto marcó un punto de inflexión en su carrera y su fortuna.
Pero, a pesar de que la remuneración era considerable, también lo eran las horas de trabajo. Pasaba largas jornadas detrás de un escritorio y la salud no formaba parte de su agenda. Su estado físico distaba mucho del que tiene ahora.
“Fui a esquiar con un grupo de amigos y no podía seguirles el ritmo. Trabajaba largas jornadas, así que no podía moverme mucho. Tenía 37 y parecía como que había perdido toda mi capacidad física natural. Fue una llamada de alerta”, afirma.
Se inscribió al New Forest Marathon en cuanto regresó a casa. Buscaba romper su marca previa de 3:38 y, a pesar de que pasó una década entre intentos, terminó 15 segundos más rápido. Después de eso, no dejó de correr. Para los 42 años, ya había completado cinco más. Todos los terminó en 3:38. Esto te habla no sólo de que es determinado, sino consistente. “Necesité asistencia médica después del maratón de Nueva York”, recuerda. “Tenía mucho frío y estaba temblando. El doctor me ofreció una transfusión. Le dije ‘¡Sólo deme una manta y una taza de té!”.
En ese momento, Ratcliffe apenas estaba comenzando, tanto en el running como en el mundo empresarial. Dejó el trabajo bien pagado y se enfocó en lo que eventualmente se convertiría en el imperio de INEOS.
A pesar de las crecientes demandas de tiempo y las presiones de los compromisos laborales, Ratcliffe se las arregló para conquistar también sus ambiciones deportivas. Hay historias suyas en las que se narra cómo cerraba tratos mientras se encontraba de paseo en su bicicleta de montaña. Evidentemente, las cosas no han cambiado mucho. Para este billonario, el trabajo nunca termina, ni siquiera cuando está en la sabana.
“Extrañamente, mi maratón más rápido ocurrió cuando tenía 57. Es algo tarde para tener un gran avance, ¿no?”. Sus metas no se limitaban a 42.195 km. En 2013, completó el Marathon Des Sables (250 km en el sur de Marruecos) y luego el Comrades Marathon (88 km en Sudáfrica) para celebrar su cumpleaños 60. Cuatro años más tarde, hizo su primer triatlón de distancia Ironman.
“Creo que me ayuda mentalmente. Es un gran contraste con el trabajo”, explica sobre su amor por el running. “Cuando trabajas muy duro, necesitas tomarte un respiro para pensar en otras cosas. Me siento mejor cuando estoy en forma y saludable, y probablemente viviré más”. Aunque ya se está terminando los grandes objetivos, continúa golpeando el pavimento con múltiples maratones “normales”. Completó el de Londres el año pasado y lo volvió a hacer este 2024 (4:30:52).
Más allá de sus esfuerzos individuales, Ratcliffe e INEOS hicieron historia en 2019 cuando ayudaron, junto con un equipo de expertos, a Eliud Kipchoge a convertirse en la primera persona en correr un maratón debajo de dos horas (1:59:40) en Viena, mediante el INEOS 1:59 Challenge. El evento cimentó el lugar de Kipchoge como uno de los deportistas más grandes de la historia.
En la actualidad, Ratcliffe sigue corriendo con unos Pegasus de Nike en verde y rojo, como un guiño a la bandera de Kenia, lugar de origen de Eliud. “Fue un momento muy emotivo”, recuerda. “Todos estábamos llorando cuando cruzó la línea de meta. Fue algo extraordinario”.
Ahora, a la edad en la que la mayoría de los hombres están cómodamente retirados, Ratcliffe continúa buscando formas de salir de su (muy extensa) zona de confort. “Llevamos vidas muy cuidadas”, explica. “Vivimos en un mundo muy civilizado, con la mirada puesta en nuestros iPhones. Rara vez te encuentras en un sitio donde no estés en control. Pero así es como solía ser, pasábamos mucho tiempo en situaciones que escapaban a nuestro control. Es algo que te hace sentir vivo”, afirma contundente y sonríe. “Quizá esté viejo ahora, pero a fin de cuentas, todo esto te brinda historias que contar”.
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