¿Son los alimentos ultraprocesados tan adictivos como las drogas?
Un nuevo estudio trató de averiguar si beber una malteada ultraprocesada provocaría una liberación significativa de dopamina en el cerebro.
Parece que los titulares están llenos de noticias sobre alimentos ultraprocesados, muchos de ellos advirtiendo sobre la naturaleza ‘adictiva’ de estos alimentos y cómo nos llevan a consumir en exceso. Los investigadores decidieron examinar la veracidad de estas afirmaciones, investigando si los efectos de los alimentos ultraprocesados (en este caso, un batido de vainilla) provocaban una alta liberación de dopamina (un químico cerebral relacionado con el placer y la recompensa) en nuestro cerebro.
¿Qué son los “alimentos ultraprocesados”?
Comencemos por definir qué son los alimentos ultraprocesados (UPFs por sus siglas en inglés). El término proviene del sistema de clasificación Nova, que agrupa los alimentos según su nivel de procesamiento. Nova clasifica los alimentos en cuatro grupos: alimentos no procesados o mínimamente procesados, ingredientes culinarios procesados, alimentos procesados y alimentos ultraprocesados.
No todos los expertos son fanáticos del sistema Nova. Un estudio realizado por un equipo de profesores de investigación en Brasil concluyó que no existe una “correlación directa o absoluta” entre la cantidad de procesos por los que ha pasado un alimento y su salubridad.
La investigación ha demostrado que las personas que consumen más alimentos ultraprocesados tienen un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otras enfermedades crónicas. Sin embargo, estudios más recientes han demostrado que en realidad no todos los alimentos ultraprocesados son los culpables. El Comité Científico Asesor en Nutrición declaró en un informe que se necesita más investigación para comprender la causa exacta de los efectos negativos para la salud de los alimentos clasificados como ultraprocesados. También se señala que existen limitaciones como la ingesta de energía, el índice de masa corporal, el tabaquismo y el estatus socioeconómico, los cuales no se tienen en cuenta de manera adecuada. Si los efectos que se atribuyen a los alimentos ultraprocesados se deben a su contenido nutricional, a su procesamiento industrial o a otra causa, sigue sin confirmarse.
Es difícil separar el impacto del procesamiento de otros riesgos dietéticos ya establecidos, como los altos niveles de azúcar y calorías, o la falta de fibra y vitaminas. Esto no significa que todos los alimentos ultraprocesados sean inofensivos, sino que no todos son iguales. Debemos seguir enfocándonos en una dieta rica en nutrientes, alta en fibra y equilibrada, con alimentos mayormente integrales, no necesariamente por la falta de procesamiento, sino por los beneficios para la salud y el menor contenido energético que estos alimentos suelen tener.
Con esto aclarado, pasemos a la nueva investigación.
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El Estudio
El estudio realizado por Darcey y colaboradores tenía como objetivo averiguar si beber una malteada ultraprocesada, alta en grasas y azúcar, provocaría una liberación significativa de dopamina en el cerebro, similar a los efectos observados con drogas adictivas. Los investigadores también querían ver si esta respuesta de dopamina estaba relacionada con el índice de masa corporal (IMC) o el porcentaje de grasa corporal de los participantes.
Los Métodos
El estudio incluyó a 50 adultos jóvenes y saludables:
- Los participantes tenían una amplia gama de IMC (de 20 a 45).
- Estos participantes realizaron 5 días de estabilización dietética, consumiendo una dieta hipocalórica controlada (más o menos su ingesta calórica de mantenimiento) antes de la prueba de la malteada.
- Los participantes consumieron una malteada de vainilla. La malteada de 226 ml se preparó mezclando 40 g de mezcla seca de Scandishake de vainilla, 150 g de leche entera y 36 g de crema espesa.
- La malteada resultante contenía un total de 418 calorías y 7.4 g de proteínas. La grasa total era de 28.1 g, de las cuales 14.9 g eran grasas saturadas. Los carbohidratos totales eran 34.6 g, de los cuales 18 g eran azúcares, 9.4 g de estos añadidos.
- Después de beber la malteada, se midió la actividad de dopamina en el cerebro.
Los Resultados
Los resultados mostraron que no hubo una respuesta significativa de dopamina tras el consumo de la malteada.
El potencial de unión del receptor de dopamina D2, que indicaría la liberación de dopamina, no mostró una diferencia significativa entre el estado de ayuno y después del consumo de la malteada. Esto significa que la malteada no desencadenó una respuesta notable de dopamina en los cerebros de los participantes, ni siquiera en comparación con no consumirlo.
La variabilidad entre los individuos en las respuestas de dopamina fue alta, pero estas respuestas no estaban significativamente vinculadas a su IMC o porcentaje de grasa corporal.
Un subgrupo de participantes clasificados como ‘Respondedores’ mostró un aumento en la liberación de dopamina. Estos participantes informaron que disfrutaron más de la malteada y expresaron un deseo de consumir más en comparación con los clasificados como ‘No respondedores’. Sin embargo, estas experiencias fueron subjetivas y no estaban significativamente relacionadas con sus respuestas de dopamina o sus niveles de grasa corporal. En la discusión, los investigadores señalaron que “la variabilidad de la respuesta de dopamina entre las personas puede estar relacionada con el hambre percibida, las respuestas hedónicas y podría predecir futuros comportamientos de consumo de alimentos ultraprocesados”.
La Discusión
Los investigadores afirman que la respuesta de dopamina del cerebro a los alimentos ultraprocesados, como la malteada probada, probablemente sea mucho menor que las respuestas provocadas por drogas adictivas.
Además, la falta de correlación significativa entre la respuesta de dopamina y la adiposidad desafía la idea de que la obesidad esté directamente relacionada con una mayor señalización de dopamina en respuesta a los alimentos ultraprocesados.
Los hallazgos enfatizan la necesidad de más investigación para comprender mejor las complejas interacciones entre la dieta, las vías de recompensa del cerebro y la obesidad.
¿Qué significa esto para nosotros?
Los comportamientos relacionados con los alimentos son altamente complejos e individuales. Es fácil asumir a partir de este estudio que los alimentos ultraprocesados no son de ninguna manera adictivos, pero eso invalidaría la experiencia de muchas personas que sienten que sus comportamientos son similares a una ‘adicción’.
Aunque los UPFs no pueden provocar la misma respuesta fisiológica que las drogas y no se consideran una sustancia, eso no significa que las personas no recurran a los alimentos para calmarse a sí mismas y, por lo tanto, repitan este hábito gratificante. Sin embargo, un hábito gratificante no es lo mismo que lo que se clasifica técnicamente como ‘adicción a la comida’ o adicción a una sustancia. Es un tema increíblemente matizado, por lo que es importante tener cuidado al sacar conclusiones a partir de este estudio.
Una revisión publicada en Current Obesity Reports afirma que los UPFs “han sido creados intencionalmente para ser hiperpalatables mediante la adición de grasas, carbohidratos refinados (como harina blanca, azúcar) y/o sal”. Hiperpalatable esencialmente significa cuánto se disfruta el alimento, lo que lleva a un aumento en la tasa de consumo. La misma revisión se refiere a la “adicción a los UPFs”, pero concluye que se necesita mucha más investigación en el área.
Por ahora, solo podemos extraer del estudio que debemos seguir enfocándonos en una dieta que consista principalmente en alimentos integrales, y que la moderación en el consumo de alimentos ultraprocesados es lo mejor para nuestra salud y composición corporal.
Vía Men’s Health UK
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